Pensamientos
que nos limitan
1ª parte
Tendemos a pensar en negativo, algo que nos ha servido para sobrevivir durante millones de años. Pero cuando esto no previene de ningún peligro y solo paraliza, se convierte en un problema. Análisis y soluciones para las actitudes que más nos intoxican.
"Me resisto a pedir ayuda" o falso heroismo
Efectos tóxicos: Aquellas personas que adoptan el rol de fuertes y no se permiten pedir ayuda son los llamados falsos héroes. Suelen creer que al ser visto como "alguien con fortaleza, que presta apoyo, no debería ser visto como alguien que pide ayuda", explica la psicóloga Marisa Vecina.
Estas personas tratan de cumplir las expectativas que los otros tienen de ellos, lo que les provoca un conflicto porque "quieren pedir ayuda, pero no tienen la forma para hacerlo. El que es incapaz de romper ese rol acaba por buscar otras estrategias y cronificar el problema". Si no puede desahogarse, buscará otras vías de evasión, con lo que no solo no solucionará el problema, sino que lo evitará.
Antídoto: Ante los pensamientos negativos, Marisa Vecina propone un análisis racional de la situación que consiste en preguntarse: "¿Qué gano yo actuando de esa manera?, ¿puedo hacerlo de otro modo?, ¿qué pasa si lo hago de otra forma?, ¿cuáles son los beneficios?, ¿y los costes? Una vez analizados pros y contras de hacerlo como habitualmente se hace, lo habitual es ver que probablemente nuestra forma de actuar es más costosa". "Nadie es Superman o Superwoman y no pasa nada por analizar las causas de tu problema y buscar las soluciones allí donde estén, ya sea con un profesional o con un amigo. La expresión de un problema es fundamental, en sí misma ya alivia mucho. Si no te permites hacerlo, estarás sumando en la balanza de los costes, que acabarán por inclinarse al lado negativo", añade.
"La reciprocidad funciona -continúa- y es lo que más equilibra las relaciones para que realmente sean de igual a igual. Tienen más que perder los que solo ayudan porque no tienen colchón donde caerse y encima están haciendo de colchón continuamente para otros. Esa actitud genera una relación muy desequilibrada. Si, además, esa persona tiene muchas relaciones de este tipo y las mantiene a largo plazo, puede resultar muy tóxico".
"Debería, no debería, tengo que... o la culpabilidad
Efectos tóxicos: Hay tres tipos de "debería": los propios de vivir en sociedad, que marcan límites; aquellos que nos compensan, como el "tengo que trabajar", y, por último, los que no son útiles, nos imponemos y solo nos hacen sufrir. Aquí la culpabilidad surge como resultado de "comparar lo que debes con lo que haces o lo que no debería hacer y lo que sí haces -indica la experta-. Comparas con un crirterio previo que has establecido, hipotético. Si no tuvieras ese "debería", no tendrías nada con qué comparar". Además, estas exigencias no solo proponen estándares muy altos, sino que "no siempre depende de uno mismo".
Antídoto: Para descubrir ante qué tipo de "debería" nos encontramos, es bueno preguntarnos: "¿Esto debo hacerlo o quiero hacerlo? Si no quiero hacerlo y debo hacerlo, ¿por qué lo tengo que hacer? Las respuestas sirven para analizar las causas y decidir si compensa o no". Si se decide que compensa, ya cambia la actitud y pasa a ser una obligación a una elección. En otros casos, quizás se trate de un "debería" infundado, como "debo hacerlo todo bien", una exigencia extrema que no tiene beneficio ni es posible: "Esta exigencia nos hace esclavos al serivio de algo que no reporta satisfacción". En estos casos, se deben bajar las expectativas.
SAIDA S. MAHMUT
(Sigue)