El gesto es mecánico, casi instintivo. Un trozo de papel y el bolígrafo se embala y empieza a dibujar. Espirales, laberintos, cubos, flechas: descubre lo que rebelan de tu personalidad.
Aquí unas cruces, allí un damero, una madeja de ondas, espirales, círculos, cubos, mosaicos, estrellitas… Tan sólo hace falta fijarse en las hojas de papel que se posan sobre los despachos, junto al teléfono, para poder comprobar la magnitud de nuestras obras espontáneas.
Garabateadores somos todos, desde la infancia. En este sentido, resulta inútil tener alma de artista porque lo que define los garabatos no es su diseño, su perfección o su nivel estéticos, si no su espontaneidad. Cuando los dibujamos no pensamos en mostrarlos a los demás. En realidad, la mayoría acaban en la papelera.
Las razones
Los grafólogos Francisco Viñals Carrera y Mariluz Puente Balsells, nos ayudan a comprender nuestros garabatos. “Se ha comprobado que dibujar garabatos mientras se está hablando por teléfono ayuda a la concentración y luego al recuerdo de los temas tratados”, explica Francisco Viñals. Su espontaneidad es fruto de “una expresión o salida libre de tensión y, al igual que los sueños, es un reflejo inconsciente, aunque muchas veces circunstancial o motivado por una idea accesoria, emotiva o provocada por el estado de ánimo en el que se está inmerso. La repetición habitual de determinados garabatos es lo que les concede cierto valor expresivo-simbólico del posible deseo o problema que su autor sin ser consciente de ello está reflejando en el papel”, apunta el experto en grafología.
Tipos y su significado
Mariluz Puente nos explica que cada trazo tiene su significado. Así, si lo que dibujamos son curvas, éstas normalmente nos indicarán dulzura y afectuosidad. “Si son cóncavas muestran disposición a la complacencia, mientras que si son convexas sugieren rechazo”, explica la grafóloga. Las rectas indican practicidad y decisión, mientras que dibujando flechas “estamos dando importancia o prioridad”. Las formas triangulares son señales de independencia o individualidad. Si lo que dibujamos son personas, puede existir una preocupación relativa de uno mismo, a algún miembro de la familia o amigo, mientras que dibujar un animal suele expresar un posible deseo o problema social. En cuanto a dibujos que tengan que ver con plantas o vegetación existen varias tipologías: las montañas indican un deseo de cambio, las frutas, deseos sexuales, y los árboles reflejan la evolución de uno mismo. Otra de las representaciones más comunes es dibujar un medio de transporte: los aviones indican movimiento, traslado, aventura, mientras que el barco lo que sugiere es una necesidad de evasión y protección. Mariluz Puente apunta que, además del tipo de dibujo, la forma de hacerlo es también importante. Así, si subrayamos o enmarcamos el dibujo, en realidad estamos remarcando algún aspecto, mienta que si lo repasamos insistentemente puede que exista una idea que nos obsesiona o que estamos liberando algún tipo de ansiedad. Si pasamos el rato haciendo grandes, dejamos volar la imaginación y la fantasía. Mientras que el retraimiento, la vergüenza o la ansiedad son significados propios de los garabatos más pequeños.
FRANCISCO VIÑALS/MARILUZ PUENTE