En la sala de espera ya no cabe nadie más. Es por el cáncer. Cáncer. La palabra más fea del mundo. Cada día encendemos la radio y abrimos el periódico esperando la buena nueva: el cáncer, descubierto. Vamos a hacer algo. Todos: científicos, periodistas, estudiantes de Medicina, ministros, mecenas y dueños de empresas farmacéuticas.

Es 19 de octubre, Día mundial del cáncer de mama. Día para celebrar por las que siguen vivas y por las que nos han dicho adiós. Por todas las mujeres del mundo. Por las rubias, las morenas, las que llevan gafas y las que tienen la respuesta al porqué de sus peinados. La del ramo de flores y la que ya no saluda en el metro.

La misma teta que alimentó a su hijo se va muriendo poco a poco. Es por el cáncer. Se lo han dicho en los resultados de una mamografía. Pero va a curarse. Si lo han hecho el 90% de las mujeres, ¿por qué no iba a hacerlo ella?

Lope de Vega decía que es la mujer del hombre lo más bueno. Casi 400 años después, el mismo homenaje podría salir de casi cualquier boca. Para las que necesitan un empujón, para las que no saben lo que les van a decir en la próxima revisión médica o las que todavía hoy van a 2º de Primaria.

Conozco a una de ellas que nunca ha perdido la sonrisa. No pudo perderla por los dos hijos que tiene, porque necesitaba acabar un proyecto en el que llevaba varios meses metida y porque sabía que cuando pasara todo esto iba a mirar atrás de otra forma. Hablé con ella antes de entrar al quirófano. Tenía la voz serena y muchas ganas de abrazar a sus hijos unas horas después.

Seguimos tomando café como todos los martes. Hoy he quedado a las cuatro con esta tía, que es la leche, un ejemplo de a lo que quiero parecerme cuando sea mayor. Lo dice Anthony and the Johnsons en una canción: ‘’algún día volaré lejos y me convertiré en una preciosa mujer’’. Si esto pasa, espero que sea ella.

Por ella, por todas las que tienen que luchar cada día contra el cáncer y por las que nunca llegarán a padecerlo.

Gracias a todas. Mucha fuerza.