Los vientos eran contrarios...
Los vientos eran contrarios, la luna estaba crecida, los peces daban gemidos por el mal tiempo que hacía, cuando el rey don Rodrigo junto a la Cava dormía, dentro de una rica tienda de oro bien guarnecida. Trescientas cuerdas de plata que la tienda sostenían, dentro había doncellas vestidas a maravilla; las cincuenta están tañendo con muy extraña armonía, las cincuenta están cantando con muy dulce melodía.
Allí hablara una doncella que Fortuna se decía: 'Si duermes, rey don Rodrigo, despierta por cortesía, y verás tus malos hados, tu peor postrimería, y verás tus gentes muertas y tu batalla rompida, y tus villas y ciudades destruidas en un día: tus castillos, fortalezas, otro señor los regía. Si me pides quién lo ha hecho yo muy bien te lo diría: ese conde don Julián por amores de su hija, porque se la deshonraste y más de ella no tenía. Juramento viene echando que te ha de costar la vida.'
Despertó muy congojado con aquella voz que oía; con cara triste y penosa de esta suerte respondía: 'Mercedes a ti, Fortuna, de esta tu mensajería.'
Estando en esto allegó uno que nuevas traía: como el conde don Julián las tierras le destruía.
Anonimo
Novato
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