En todo
cuanto veo
Sentimientos que nacen en tu mirada y mueren en la relidad, que, son sólo sentirte, se transforma y se convierte en todo lo que eres y lo que no eres. Abro los ojos y navego por tu mundo de luz.
Una mirada compartida no significa ver las cosas de la misma manera. Es fundamentalmente un trastorno del modo que tenemos de mirar. Lejos de la endulcorada posición de llegar a ser uno, consite en ver conjuntamente sin necesidad de acceder a idénticos resultados. Tener que ver con alguien es, en difinitiva, la apertura a posibilidades inauditas para uno mismo por sí solo.Tanto que sin él, sin ella, no puede alumbrarse lo que podría llegar o debería existir. La entronización de la mirada singular es interesante, necesaria, pero eso no implica que haya de ser sólo individual. Considerar que lo otros son contaminación implica una arrogancia que únicamente se eludiría con la afirmación, de que toda mirada es ya impura. Pero entonces habría de decirse que también la de uno mismo. Lo interesante es que comparto mi mirada contigo incluso cuando estoy solo. Todo lo veo, no simplemente a tu lado, sino a través de tu mirada.No es que me influya, lo que por supuesto ocurre, es que incide en mí, das luz e intensidad a mi mirada y produce una suerte de desviación que hace que mire con otro ángulo, desde ptra perspectiva, con otro horizonte. Y, lo que es más interesante, con mayor compromiso y sentido del humor. Tal vez no pueda decirse con otro realismo, pero sí diría con otra realidad.
Son la intensidad, es la pasión, es la voluntad las que me otorgan las fuerzas que brotan de mirar contigo. Y ya cada objeto, cada situación, cada lugar y cada quien brillan de otro modo, son de otro modo. Como si siempre estuviéramos viend compartida y conjuntamente, que es más que a la vez, que es más que juntos, como si viéramos como sólo ven pensamientos que se tocan. Y asím aún enla distancia, disfrutamos a la par sin necsidad de consultar, de recordar. La mirada es nuestra proximidad y es como si nos viéramos afectados por nuestros afectos. Y es de lo que se trata. Los afectos que nos afectan al modo de ser y de mirar, los que nos hacen y dejan indiferente, lo que confirman lo que ya somos, se quedan en el placer de lo visto, se agitan en los ojos e ignoran que quien mira es el pensamiento, que así eróticamente acaricia lo real y lo fecunda. Me gusta verte en cuanto veo, porque estás en lo que buscamos con nuestra mirada. No es nada especial. Eso sí, es muy desagradable y muy sintomático. Porque al ver no sólo veo contigo, te veo a ti.
Cele -Celestino-