Desertor de la era labrador exiliado pueblerino perdido en la enorme ciudad anacrónico y triste mi camino has cruzado y me ha dado ternura tu viril tosquedad.
He mirado los callos de tu ásperas manos que arrancaron rastrojos y empuñaron la hoz al amor de la tierra donde fuisteis hermanos tú, las flores, el aire las semillas y el sol.
Tienes manos de trilla manos para el ganado manos para la leña manos para rezar manos que en el asfalto tú has crucificado con la perforadora de la prosperidad.
Tu raída chaqueta tiene grandes bolsillos y allí escondes las manos de reciente albañil manos que eran el vaso cuando siendo chiquillo te bebáis el agua del arroyo infantil.
Manos que en la taberna aprendieron el arte de bailar a los dados y alargar el porrón. Manos para el trabajo manos para ganarte la redonda aceituna y el caliente terrón.
Pero hoy tienes las manos secas como una rama que el otoño desnuda en la fría ciudad. La ciudad que te ciega la ciudad que te llama la ciudad que destruye tu calor y tu paz.