Castillo de arena...
Un nuevo día me despierto confundida, sin saber que pretendes,
en mi cabeza tengo un laberinto de palabras hirientes en las que
presiento tu rencor, me martirizas dejando un surco en el corazón.
Me siento perdida en este aborigen de reproches, haciéndome
recordar mi pasado, cuando tu mismo presumías diciendo...
...¡Yo no pregunto de donde vienes, sino a donde vas!...
Por eso cuando pienso en ti, en ese amor que decías tenerme,
no entiendo por qué de esta pertinaz persecución, haciendo que
mi alma se deshaga en mil diminutos fragmentos de frío cristal.
Quizá será por toda la intensidad que gozamos esta experiencia,
nunca teníamos noción del tiempo, solo nos importaba sentirnos,
hablarnos, reírnos, lloramos y, cada vez con más frecuencia.
Y llegó el día que pensaste en el futuro, ese futuro que nunca te prometí,
y hay razones en mi vida que tu sabes que jamás te oculté ni te mentí.
Quizá esa realidad que vivimos, no fue tal, quizá fue un sueño,
sueño, que se evaporó
y, como un castillo de arena las olas del mar se lo llevó...
Soledad García Baena