Merecedores de la felicidad.
La esencia de la autoestima es confiar en la propia mente
y en saber que somos merecedores de la felicidad.
El mayor obstáculo en una relación romática
es el miedo a no sentirse merecedor del amor
y el pensar que estamos destinados a sufrir.
Lo que muchos de nosotros necesitamos, aunque
pueda sonar paradójico, es el coraje para tolerar
la felicidad sin sabotearnos a nosotros mismos.
La autoestima, alta o baja, tiende a generar profecìas
que se cumplen por si mismas.
Nosotros somos la única especie que puede formular
una visión de qué valores merece la pena seguir
y entonces segurir los opuestos.
El respeto a uno mismo entraña la expectactiva de
la amistad, del amor y de la felicidad como algo
natural, como resultado de quienes somos y de lo que
hacemos.
El orgullo es la recompensa emocional del logro.
No es un vicio que debemos vencer, sino un valor
que debemos alcanzar. Una mente que confia en
sí misma se mueve con agilidad.
Siempre debe considerarse al miedo y al dolor como
señales para no cerrar los ojos sino para abrirlos más.
Encontrar humillante admitir un error es un signo seguro
de deficiente autoestima. Podemos estar tan
atemorizados de nuestros dones como de nuestras
fallas por lo que, al asumir la responsabilidad de
mi felicidad me rigoriza. Me devuelve la vida a mì mismo.
Algunas personas viven y se comportan como si no
tuviesen derecho al espacio que ocupan.
Si yo no hago algo, no va a cambiar nada.
Si nos desarrollamos de forma normal, le transferimos
a la fuente de aprobación del mundo a nososotros mismo.
Pasamos de lo exterior a lo interior.
La verdadera autostima es cómo nos sentimos con
nosotros mismos cuando no todo va bien.
El amarse asì mismo con madurez es parte del principio
donde amas a Diossobre todas las cosas
y a tu prójimo como a ti mismo.
Amar a Dios es cree en un todo que es más grande
que uno mismo , es cambiar, crecer, aprender, corregirse
y confian con optimismo en que aún las cosas que están
fuera de nuestras manos,saldrán a nuestro favor si así lo
pensamos.
Ese amor es el que nos lleva a amarnos sabiendo que
nuestro valor propio no debe de provenir de algo externo
pues lo externo es movible e inconstante.
El valor que tenemos debe venir de la certeza de que
todo lo que necesitamos y somos nació con nosotros,
que no somos una casualidad o accidente, sino que
nuestra existencia tiene propósito y solo nosostros
podemos hacer las cosas como las hacemos porque
somos singulares.
El que no se ama a sí mismo es incapaz de amar a otros
porque no se puede dar lo que no se tiene.