LA HERMOSURA
Para empezar a cantar,
señores, licencia pido,
no digan a la mañana:
¿quién ha sido el atrevido?
Si quieres oír, bonita,
de tu hermosura cantar,
incorpórate en la cama,
que ahora vamos a empezar.
Empiezo por la cabeza,
por sé el primer lugar;
tienes una mata de pelo
que te se puede envidiar.
El peine que te lo peina,
ni es de palo ni es de hueso;
tiene cuatro esquinitas
y en cada esquina un letrero.
La primera es una estrella,
la segunda es un lucero,
la tercera es una dama
y la cuarta un caballero.
Las peinetas que te pones
en ese pelo clavadas,
con esa mantilla fina
pareces mi enamorada.
La frente es de alabastro
donde yo me recreo;
no sale el sol para mí
el día que no te veo.
Y los ojos y pestañas
y esas pulidillas cejas
salen de mi corazón
dando suspiros y quejas.
Esas narices de barro,
de barro muy almadeno,
de barro como las mías
y otro poquito y ¡tan bueno!
Esos dientes menuditos
como la sal de moler,
y esos labios puliditos
para besar de placer.
Esos pechos cristalinos,
cristalinos del amor,
que si no bebiera de ellos,
moriría de dolor.
Los pendientes, que son dos,
son firmezas del amor;
yo te los pondría bien,
prenda de mi corazón.
La cadena que tu llevas
y en medio el crucifijo,
yo también la adornaría
si me casara contigo.
De la cintura para abajo
en eso yo no me meto,
que son partes delicadas
donde yo requiero intento.
FIN.
Es larguito, ¿no? Po se acabó lo que se daba.
¡¡¡Tilín...tilín...tilín...!!!
Cele.-Celestino-
Y más globos.