Este simpático refrán describe algo que suele pasar en todas las agrupaciones sujetas a disciplina: lo mismo en una oficina, que en un convento, en un cuartel o simplemente en una familia. Mientras la atenta mirada del superior puede derramarse sobre las actividades de los subordinados, éstos se aplican diligentemente a sus tareas. Si no los mueve el amor a sus obligaciones, los espolea el temor a la reprimenda. Ahora bien, en el momento en que el jefe o el padre o el superior se ausentan, el ambiente se relaja y se vuelve casi festivo (o festivo del todo, según los casos). Se trata de cosas perfectamente comprensibles.
¿Tú que dices, que sí… o que sí?
Cele –Celestino-
¿También cachondeíto con nosotros los gatos, no Cele? ¡Vale, hombre! Po yo pongo una música muy adecuada a tu refranito. Es este un dueto buffo que fue escrito por Gioachino Rossini. El famoso y cómico“Dúo de los gatos”sólo consta de la palabra “miau” repetida de múltiples formas que entrañan gran dificultad para sus intérpretes.
G. Rossini tenía un gran sentido del humor y no le hacía ninguna gracia que los cantantes modificaran las partituras de sus óperas en beneficio de su propio lucimiento, osadía en la que, a principios del siglo XIX, las sopranos eran auténticas virtuosas. Se desconoce con certeza si algo de lo segundo tuvo que ver en la composición de esta pequeña pieza dos voces femeninas, generalmente soprano y mezzosoprano, pero lo cierto es que llamó poderosamente la atención que el gran Rossini hiciera cantar a dos gatos. La compuso el maestro en honor de un par de gatos que todas las mañanas venían a visitarlo a su ventana en su casa de Padua.
Pues queda de vosotras y vosotros, como siempre, atento y seguro servidó, MIAU.