relaciones
La sombra de los
"amores
fantasmas"
- 1º -
¿Quién no tiene un amor ideal con el que sueña de vez en cuando, del que se pregunta cómo habría sido si…? Quizá fue un amor de juventud, una relación imposible, incluso un ser de ficción por los hombres que han pasado por nuestra vida. ¿Un sueño necesario o una posible pesadilla para nuestras relaciones reales?
“Beltrán pasó un verano en nuestra casa. Entonces era amigo de mi hermano mayor, y yo era casi una niña”, recuerda Teresa, 41 años, casada desde hace 11 años y madre de 3 hijos. “Me fascinaba, aunque era bastante tímido y callado. ¡Me parecía tan misterioso! Yo era entonces muy soñadora y un poco cursi, y había inventando un personaje –Lambert-, que era el caballero ideal, protagonista de todas mis historias. Un día Beltrán me sorprendió escribiendo. Creí, horrorizada, que iba a echarse a reír, pero estuvo encantador, comprensivo, cómplice. Desde ese día Lambert y él se mezclan en mi cabeza como el amor ideal. Aunque mi matrimonio es sólido y razonablemente feliz, resulta a veces demasiado previsible, y últimamente me sorprendo cada vez más a menudo fantaseando con Lambert-Beltrán. Hasta llegué a buscarle en Internet, con una curiosidad que tenía mucho de ilusión culpable.” “Es habitual tener un amor idealizado, que coincide generalmente con alguien de quien nos enamoramos durante la primera etapa de nuestra vida adolescente y postadolescente”, señala la psicóloga Elena Font. “De algún modo, cuando nos enamoramos se activan sentimiento que surgen por primera vez en nosotros y que disparan toda clase de señales dentro de nuestra mente y nuestro cuerpo.”
El encanto de lo imposible
No tiene por qué ser un viejo amor. Puede ser un amigo de toda la vida, un compañero que sólo después de dejar de ver se va agigantando y mutando en nuestra mente hasta convertirse en el compañero ideal, un desconocido con el que cruzamos casi diariamente una mirada ambigua en el autobús o al encontrarnos en la escalera… son las mil caras del “amor fantasma”, los compañeros sentimentales idealizados, basado o no en alguna realidad, que vuelven recurrentemente a nuestra memoria como la plantilla o el arquetipo de nuestra pareja perfecta, la verdadera media naranja que hemos dejado pasar. ¿Qué tienen en común todos estos amores fantasma? La clave está en la imposibilidad. Unos fueron imposible por no correspondidos; otros, ni siquiera tuvieron la ocasión de nacer, y otros, por circunstancias adversas, no llegaron a buen puerto. Pero esa misma imposibilidad es lo que les hace perfectos, inmunes a las mil decepcionantes imperfecciones que la vida en común nos proporciona. “Tendemos a proyectar nuestros deseos y esperanzas en los amores perdidos –explica la psicóloga Silvia Álava-, y los formulamos como a nosotros nos gustaría que hubieran sido.”
No es, necesariamente, que nos volvamos tontos. La mayoría distingue perfectamente la falsedad de esa imagen, su carácter arquetipo, su naturaleza mítica. Pero a menudo somos incapaces de razonar lo bastante como para hacerla desaparecer del todo, y en momentos de debilidad, de distracción o de crisis nos dejamos llevar por la ensoñación del “¿y si… ?”. Especulando las posibilidades de una vida alternativa en la que el amor no es ese sentimiento ya sereno, encarrilado y un poco monótono, sino algo sublime que nos arrastra y nos mantiene el pulso acelerado, que nos aporta la alegría de vivir y los sentimientos a flor de piel.
Necesidad de soñar
El buzón electrónico está siempre vacío, pero Marta, de 32 años, se resiste a borrar de una vez esa dirección de correo Hotmail que fue uno de los principales escenarios de una relación totalmente enloquecida con Alberto, No sólo eso: entra, al menso, una vez al mes. “Es como un rito. Ya ni siquiera me pone triste encontrármelo vacío. Estoy muy a gusto con mi actual pareja, y creo que me llevaría un susto si al abrir ese correo me encontrara un mensaje suyo: mi vida actual no puede ser más incompatible con todo lo que viví con Alberto. Pero me tranquiliza hacerlo, tener esa especie de capillita electrónica donde recordar lo que pudo haber sido.”
(Continúa)
Cele -Celestino- |