opinión / Ángel Gabilondo
Lo que
nos pasa
En algunas ocasiones, no sabemos lo que nos pasa. Nos vemos atravesados por algo que no cabe retener, ni detener, ni analizar ni comprobar. No sabemos identificar de dónde nace ni a dónde va.
Nuestra inquietud obedece a que sentimos que los que nos ocurre no nace en ningún interior, ni proviene de una causa específica determinada. Nos llega y nos desborda. No sería tan inquietante si nos traspasara como la luz un cristal, pero deja tanto en nosotros que es ya tan nuestro como lo que somos. No es un simple accidente ni un incidente, es algo que merecías la pena contarse. Esto, en el caso que supiéramos qué decir. Nos afecta, sin embargo, tanto, que es propiamente decisivo. Tiene algunos síntomas evidentes, al menos para los demás, quienes se preguntan o nos preguntan por ello. Podría repercutir en nuestro aspecto, en nuestro rostro, en nuestros silencios o, quizás, en un humor poco habitual, en una alegría singular, en una melancolía o en una serenidad. La impresión de este estado se corresponde con esa pregunta inquietante, afectuosa, borrosa y carente de una respuesta fácil que se nos dirige para interesarse por cómo estamos.
Pues bien, en general no sabemos lo que nos pasa, ni cómo estamos, salvo que nos encontremos verdaderamente mal. Y entonces la pregunta es cómo lo llevamos o sobrellevamos. En realidad, estas cuestiones nos las hacemos a nosotros mismos, sin necesidad de formulárnoslas específicamente. Y no son fáciles de responder.
Tal vez cupiera alguna posibilidad de aclararnos si a quien lo pregunta se le ocurre lo mismo o si aquello que nos sucede no nos pasa sólo a nosotros. Y hay algo de eso. Puestos a estar atravesados por algo, lo que nos enlaza es una suerte común.
Somos seres mortales, finitos, pasajeros, errantes, nómadas, efímeros. Y eso tiene sus consecuencias. En general, podrían ser gozosas. No se justifica así lo que nos ocurre, asentándolo sin más en esa raíz común. Lo que nos pasa sólo nos pasa porque nos afecta.
No es un asunto personal o profesional que podríamos narrar. Lo decisivo es que ha accedido a donde brotan los sinsabores y las cordialidades, el saber y el corazón. Allí donde se encuentran, en la pasión de luchar y de vivir, nos pasa lo que nos pasa.
Por eso, sólo quizás quien siente esta misma raíz, comprende esta misma razón. Nos pasa conjuntamente y entonces no necesitas muchas explicaciones. Sabes, sientes qué es. Nos pasa a uno y a otro, del uno al otro, en el otro. Me pasa en ti.
Cele -Celestino-
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