Interior de la casa de Bartolo. Las ventanas están cerradas.
Rosina está sola, tiene una carta en sus manos.
Cavatina de ROSINA
Hace poco una voz en el corazón me resonó;
mi corazón herido está ya y fue Lindoro quien lo lastimó.
Si, Lindoro mío será, lo juré y me saldré con la mía.
El tutor se negará, yo mi ingenio aguzaré.
Al final se calmará y contenta quedaré.
Si, Lindoro mío será, lo he jurado,
y me saldré con la mía.
Yo soy dócil y respetuosa,
soy obediente, dulce, amorosa,
me dejo gobernar, me dejo guiar.
Pero si me tocan en mi punto flaco
seré una víbora, lo seré,
y de cien trampas me serviré
antes de ceder.
¡Sí, sí, me saldré con la mía!
¡Si pudiese al menos mandarle esta carta!
Pero ¿cómo?
Aquí no me fío de nadie: el tutor tiene cien ojos...
Basta, basta, de momento la sellaremos.
(Se dirige hacia el escritorio y sella la carta.)
Desde la ventana lo he visto hablar con Fígaro
el barbero más de una hora.
Fígaro es un caballero, un joven de buen corazón.
Quién sabe si protegerá nuestros amores.