Ya era la arquitecta más famosa del mundo cuando todavía no se había construido ningún edificio que llevara su firma, pero sus elegantes dibujos le proporcionaron esa fama de la que hoy disfruta y que tanto le ha costado ganar. Será por eso que su carácter es fuerte, y el principal rasgo de su personalidad, la exigencia. Una niña que moldeó su forma de ser en un hogar de clase alta y un colegio católico de Bagdad.
Zaha lo tuvo claro desde los once años: quería ser arquitecta y cambiar la vida de la gente.
Una amiga de la familia, que era arquitecta, hacía la casa de su tía, y fue a raíz de ver cómo trabajaba que la pequeña Zaha quedó fascinada. La conjunción de diseñó y transformación le parecía casi magia. Aquella experiencia la impulsó a tomar la decisión de querer ser arquitecta, y sus padres la respaldaron desde el primer momento. Ellos nunca la obligaron a desarrollar una profesión en particular, aunque si querían que hiciera “algo importante”. Sólo cinco años después, con dieciséis, dejó su Bagdad natal. Primero fue a Suiza y Beirut, y finalmente aterrizó en Londres. Un lugar que en la década de los sesenta era puro lujo y glamour. Zaha se movía de maravilla en ese ambiente exclusivo y. al mismo tiempo, tan permisivo y enriquecedor, empapándose de las tendencias que se cocían en la “city” londinense.
Mujer, árabe y rica
Los grandes obstáculos que Zaha se encontró en su carrera profesional fueron, como ella misma menciona en una entrevista a El País: “La combinación entre mujer, inmigrante, árabe, autosuficiente y que hacía cosas raras no me facilitó nada las cosas. Aunque estar marcada te permite hacer lo que te viene en gana, también se convierte en un impedimento para acceder a muchos trabajos”.
Quince años soñando
Las dificultades que se encontró Zaha durante los primeros años de carrera y que, todavía hoy, sigue teniendo no fueron obstáculos para que creara edificios que ganaban concursos, pero que por alguna razón jamás se levantaban. El primero que confió en ella fue Rolf Fehlbaum, que le encargó la estación de bomberos Vitra (Weil am Rhein, Alemania). Hoy tiene proyectos por todo el mundo: Abu Dabi, Copenhague, Corea, Marsella, Roma, Gales o España.
Perseverancia, flexibilidad y paciencia, así como el apoyo de su familia, son los grandes pilares que siempre ha tenido. Y es que, como ella afirma: “En la vida no puedes hacer nada grande si estás solo”.
EVA CARNERO