¿Dónde quedó el amor?
Poco a poco, el 14 de febrero se fue
transformando en un
día muy particular para gran parte de paises,
sobre todo en esta última década.
El marketing del amor se expande a través
de una múltiple oferta de salidas
y encuentros muy pero muy cercanos para intentar
así, sensibilizar los corazones con una dosis de amor.
Son muchos los que se acoplan a este festejo importado
y no resisten a las tentaciones del mercado,
y es por eso que aprovechan el día de San Valentín
para agasajar a su pareja con una cena
íntima, hacerle un regalito,
tener alguna atención o, tal vez, elevar los
sentimientos mediante una
¿oportuna? declaración de amor.
Flores, bombones y otras tantas promociones están
a la orden del día para que este lunes sea
una noche especial
“solo para los enamorados”.
Y si el corazón de él o de ella lo vale,
todo tiene su precio…
Por lo general, las parejas aceptaron el día
de San Valentín para darle un matiz
especial al vínculo.
Sabemos que el 14 febrero no basta para una
demostración de amor, pero a veces el poder
del marketing
basado en el consumo marca la bisagra en las
relaciones (y exigencias) entre los novios
y los que están casados.
“En esto, como en todos los demás fenómenos,
siempre hubo gente que ha disfrutado,
compartido y aprovechado esta fiesta para hacer
un festejo amoroso, y otros que,
o bien está desilusionados
del amor o han vivido desengaños”,
señala el médico
psicoanalista Ricardo Rubinstein, de la Asociación
Psicoanalítica Argentina (APA).
Para Rubinstein, hay gente que se rehúsa al amor
porque está en una problemática
amorosa independientemente
del día de San Valentín.
“Son los que le dicen
‘querés que te presente a alguien y salen corriendo.
Dicen ¡basta, no quiero más hombres/mujeres’
quiero descansar!,
Solo tuoch and go porque no quiero
comprometerme con nadie”.
Tanto el amor como la falta de
amor no discrimina edades.
“En mi consultorio tengo gente grande,
viudas o separados,
y jamás conocieron el amor.
Eso está relacionado con inhibiciones, trabas,
conflictos y neurosis y no tiene nada que ver con una
tendencia social” agrega Rubinstein, que además
es autor del libro “Deportes al diván”.