Tus caricias me llegan con tactos profundos que descubren tu pasión.
No existe el tiempo, ni el pesar. Serena, sosegada, excitada. Excitación en la que me llevas tan alto que, en mi olvido anulo mi voluntad y me dedico a habitar en la magnitud de tus vivas, tiernas y firmes manos.
Me encuentro tan en ti que las sensaciones me hacen ser tan tuya que no me importa ni lo que soy ni como soy. Llegas a hacer que no piense en nada, porque te siento y es en lo único que te puedo responder. Vivirte.
Empaparme de ti, tenerte en mí, tan adentro que, en esa profundidad me encuentro poseída. Conjugas el tacto con el placer y me llevas al abismo y con estas emociones me permito interrumpirme porque llego a la desesperación por el quererte tocar y sigues y sigues tenaz. Aunque sé que en esta situación, es mutuo el sentirnos y llegas a notarte como te voy poseyendo en la misma humedad que mis manos pierden al no poder persuadirte para que dejes que mis dedos sientan el placer de mojarse al tocarte. Me exalto y terminas dejándome sumida en tal placer que me haces sentir mujer y me pierdo en tu entrega.
Vienes a mí, me besas, me acaricias y me das tu ternura. Me acurruco en ti, me encuentro plena, llena de vida y satisfecha por poder decirte: Soy tuya