Si me siento deprimida, cantaré.
Si me siento triste, reiré.
Si me siento enferma, redoblaré mi trabajo.
Si siento miedo, me lanzaré adelante.
Si me siento inferior, vestiré ropas nuevas.
Si me siento insegura, levantaré la voz.
Si siento pobreza, pensaré en la riqueza futura.
Si me siento incompetente, recordaré éxitos del pasado.
Si me siento insignificante, recordaré mis metas.
Si se apodera de mí la confianza excesiva, recordaré mis fracasos.
Si siento complacencia, recordaré mis competidores.
Si disfruto de momentos de grandeza, recordaré momentos de vergüenza.
Si me siento todopoderosa, procuraré detener el viento.
Si alcanzo grandes riquezas, recordaré una boca hambrienta.
Si me siento orgullosa en exceso, recordaré un momento de debilidad.
Si pienso que mi habilidad no tiene igual, contemplaré las estrellas.
Podemos elegir la alegría, en vez de la tristeza.
Escoger la felicidad, en lugar de las lágrimas.
Optar por la acción y no por la apatía.
Podemos preferir desarrollarnos, en vez de estancarnos y quejarnos.
¡Podemos escoger la vida!
Y más aún podemos elegirnos a nosotros mismos
Porque si no diriges tu propia vida, alguien lo hará por ti!