MOVIMIENTO SLOW
Lo lento es bueno
Hace unos años, Cristina, de 41 años, realizó una entrevista de trabajo. Tras superar las diferentes pruebas, tocó el turno de la entrevista personal. "¿Cuáles son tus defectos?", le preguntaron. Tras dudar un minuto, se atrevió a confesar: "Soy lenta", pensando que, tras esta confesión, perdería toda oportunidad de aspirar al puesto, pero sintiéndose incapaz de mentir ante algo que resultaba tan obvio a sus ojos. Dos días después, la llamaron: "¿Cuándo puedes empezar?".
"Pasado un tiempo le pregunté a mi jefa por qué me había escogido. Me confesó que cuando le hablé de mi lentitud, tuvo un movimiento instintivo de rechazo, pero que meditándolo mejor, se dio cuenta de que este hándicap podía ser una virtud asociada a la meticulosidad, paciencia, buen carácter y reflexión. Estaba cansada de gente estresada, impaciente, ambiciosa y deshumanizada", cuenta Cristina.
Por mucho que pueda sorprender, la lentitud se está convirtiendo en un valor en alza. Por todas partes surgen personas que, frente a la cantidad, se decanta por la calidad de vida, cansadas de correr de un lado a otro intentando llenar a toda costa el tiempo que tienen por delante. "Hacer las cosas más despacio suele significar hacerlas mejor. Salud, trabajo, vida familiar, ejercicio, sexo, todo mejora cuando se prescinde de la prisa", explica Carl Honoré, autor de Elogio de la lentitud.
Actuar con talento
La realidad nos demuestra que correr no es la mejor forma de actuar: además de que las relaciones sociales se empobrecen, cada vez hay más gente con depresiones y problemas de salud debido al angustioso ritmo de vida al que nos vemos sometidos y que produce agotamiento físico y psicológico.
"Para sentirse bien con uno mismo y útil en lo que hacemos, es importante disfrutar del momento que uno está viviendo y hacer cosas que nos acerquen a nuestro proyecto de vida. sin embargo, viviendo con tanta rapidez acabamos siendo cómplice de una especie de carrera en la que es muy fácil tener la sensación de que no llegamos a ningún sitio ni alcanzamos lo que deseamos -explica Juan Carlos Álvarez, psicólogo-. Esta situación nos acaba creando tensión, cierta angustia y, en muchas ocasiones, un estrés que no somos capaces de controlar".
Desvivirse o saber parar
El National Safety Council de Estados Unidos calcula que el estrés laboral es la causa de que, a diario, un millón de americanos no acudan al trabajo y de que en 2003 el estrés sustituyó al dolor de espalda como principal causa de absentismo laboral en Gran Bretaña. "En lugar de vivir, el ser humano se desvive o malvive", sostiene el psicólogo José Luis Trechera, quien añade: "El tempo se ha convertido en un medio para obtener algo externo, que además debe ser útil o beneficioso, y no para dedicarlo en el propio sujeto. Hasta el ocio tiene que ser útil".
Algo que vivió en carne propia Margarita, médica de 44 años: "A fuerza de querer abarcarlo todo, lo único que conseguía era correr de un sitio a otro y estar siempre cansada y de mal humor. Mis pacientes se habían convertido en síntomas. Con mis hijos no hablaba, gritaba. Un día me dije: "¿Pero, qué estoy haciendo con mi vida?". Decidí tomarme las cosas con más calma y bajar el ritmo. Lo sorprendente es que gané en serenidad y también en eficacia".
Aprender a simplificar
"Es curioso que para nuestro contexto cultural ser lento sea sinónimo de torpe o inútil y, sin embargo, para muchas culturas, la tortuga es un animal espiritual y símbolo de longevidad y sabiduría. Moverse con lentitud no significa pensar o vivir con apatía, sino actuar con talento", explica Trechera. Algo en lo que coincide Carlo Petrini, fundador del Movimiento Slow, formado por personas que quieren vivir mejor: "Lo que se busca es equilibrio: actuar con rapidez cuando tiene sentido hacerlo y lento, cuando la lentitud es más conveniente. Que cada uno controle su propio ritmo".
La manera de conseguirlo es simplificando, descargarnos de tanta culpa y aprender a organizarnos, pues, como señala Trechera, "no hay falta de tiempo, sino de prioridades o proyectos de vida". "La solución no es huir o salirse del sistema, sino desde la realidad de cada uno, poder tomarse o afrontar la vida de otra manera. Asumir la vida con placer, plantearse las cosas con calma, sin angustia", concluye el especialista.
ALMUDENA ALTOZANO