Hubo una vez un monje oriental cuyo sueño era ir al sepulcro del Señor, en Jerusalén. De aldea en aldea, fue recogiendo limosnas y al cabo de muchos años, ya siendo viejo, logró reunir treinta libras, justo lo necesario para el viaje. Hizo penitencia, obtuvo el permiso de su superior y partió.
Apenas había salido del monasterio, vio a un hombre harapiento, escuálido y triste. El hombre, al oír resonar el cayado del peregrino sobre las piedras, levantó la cabeza.
-"¿Adónde vas, padre mío?", le preguntó.
-"Al Santo Sepulcro, hermano, a Jerusalén. Daré tres vueltas alrededor del Santo Sepulcro y me prosternaré allí a hacer oración."
-"¿Cuánto dinero tienes para eso?"
-"Treinta libras."
-"Dámelas a mí; tengo mujer y niños y tiene hambre. Dámelas, da tres vueltas alrededor de mí, arrodíllate y prostérnate ante mí y después vuelve a tu monasterio."
El monje sacó de la bolsa las treinta libras, dióselas al pobre, dio tres vueltas a su alrededor, cayó de rodillas, se prosternó ante él y en seguida se volvió al monasterio.
Cele -Celestino- |