Jesús nos enseñó que la verdadera grandeza se mide por nuestra capacidad de servicio a los demás.
Sucedió en la noche del jueves de aquella primera Semana Santa; la última en la vida terrenal de Jesús. Después de que el sol se ocultaba se daba inicio a la celebración de la Pascua, la fiesta más importante para todo el pueblo.