A su medida
Se difundió, como la luz templada del alba que despierta, sobre la vida oscura, pregunta sin respuesta, que habían alcanzado mis quehaceres, y desapareció la turbulencia. Sin ruido ya, ni agobio, me vi abrazado, se enredó en mis piernas, serenidad recién iluminada de alguien que surge al fin de la tiniebla. No sé si yo, de claridad sediento, emergí hacia su luz, o afloró ella. Pero se me inflitró, como el arroyo que deja la mitad de sí en la tierra; aunque el arroyo impregna, pero fluye, dándose en parte, sin total entrega. Ella no supo huir, quedó conmigo, se propagó a mi entraña, a mi cabeza, purificó la piel de mis afectos, me exprimió las ideas, abrió ventanas, venteando espacios hediondos de rutina y negligencia, y me hizo un hombre nuevo, enamorado, tallado a su medida, a su manera.
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