A veces usted escuchará expresiones como esta: ¡ De nada sirve intentar! Yo nací para ser infeliz!. ¡ Ya lo sé, no va ser cierto! ¡ Es inútil. Ya tuve tantas decepciones! No quiero saber nada! Lo peor de todo es que estas frases salen de boca de personas jóvenes. Justamente cuando están a punto de realizarse los sueños la persona desiste. Que no seamos como aquel sujeto que estaba en un fila esperando su turno para ser atendido. Pasaron dos horas y cuando sólo faltaba una persona delante suyo se agotó su paciencia: en vez de esperar un poquito más comenzó a insultar a todo el mundo y se marchó. ¿Infantilismo? Eso no interesa ahora. Nadie niega que eso siempre nos sucede cuando nos toca. Las oportunidades perdidas en el pasado no deben ser motivo para olvidar las que están surgiendo ahora. Aunque tenga la fuerza de un elefante, muchas veces piensa y actúa como si fuese una hormiga. Fracasos, desilusiones y problemas siempre existirán. Pero no es porque hayamos pasado por ellos que vamos a entregarnos tan fácilmente. Ahí esta otro mensaje que puede ser útil: Su irritación no resolverá ningún problema. Sus contrariedades no alteran la naturaleza de las cosas. Su mal humor no modifica tu vida. Su dolor no impedirá que el sol brille mañana sobre buenos y malos. Su tristeza no iluminará los caminos. Su desánimo no modificará a nadie. Sus lágrimas no sustituyen el sudor que usted debe derramar en beneficio de su propia felicidad. Sus reclamos, aún los afectivos, nunca producirán en los demás un grano de simpatía hacia usted. No arruine su propia vida. Aprenda, con la sabiduría Divina, a disculpar infinitamente construyendo y reconstruyendo. Ante el primer éxito, ante el primer fracaso: ¡ NO PARE !