"Suelo tener muchos problemas a causa de mi indecisión. Tardo mucho en decidir tanto si voy a una entrevista de trabajo como a una cita con un hombre. Muchas veces, he perdido oportunidades muy buenas, ya que la indecisión me impidió llegar a tiempo. Quiero dejar de ser tan insegura, pero no sé cómo hacerlo", confiesa Martina, de 44 años, quien se siente muy frustrada a causa de esa forma de ser tan poco resuelta que le impide vivir con más plenitud.
Como Martina, son muchas las personas para las que elegir se convierte en una gran fuente de angustia, incapaces de decidirse entre una cosa y otra. Una indecisión que viene motivada por diferentes razones: falta de seguridad en uno mismo, miedo a equivocarnos, temor a perder lo que tenemos..., como cuenta Marta, de 38 años: "¡Decídete de una vez!, suelo decirme a mí misma, pero no puedo hacerlo. Coqueteo con varios amigos sin decidirme a salir con ninguno, porque, inconscientemente, creo que tengo miedo a renunciar a todas las oportunidades que se me ofrecen si me decido por uno solo".
Angustia por lo que somos
En la antigüedad, la autoestima se asentaba en el hecho de pertenecer a una familia determinada. Actualmente, se mide por los logros profesionales, económicos, intelectuales o emocionales. De ahí que "cada una de las decisiones que se toman pone en juego la autoestima, y eso es difícil de asumir para quien no se quiere a sí mismo. Esta nueva forma de ser querido con relación al logro de competencias produce una gran angustia en muchas personas a la hora de decidir", explica el psicólogo clínico Luis Muiño.
Por otra parte, la psicoterapeuta Graciela Moreschi atribuye la razón de tanto agobio a que "el indeciso cree que el secreto está en la decisión y no en cómo va a seguir el camino elegido. Por mi experiencia he visto que la indecisión suele ser un problema común en los obsesivos: se afanan por elegir lo mejor, sopesan los pros y contras de cada opción y, finalmente, cuanto más piensan en el tema, más se confunden y acaban dudando de todo".
La equivocación es positiva
"Muchas veces se forma un círculo vicioso: la preocupación nos paraliza y, al no resolver la situación, la preocupación permanece. Otras, nos concentramos en luchar contra ella y esa misma lucha hace que lo que nos inquieta se acentúe en lugar de reducirse", añade la especialista consultada.
Como apuntaba Benjamín Franklin, "la peor decisión es la indecisión". Quien pretende ver todo con claridad, antes de decidir, nunca decide. Y, sin embargo, como explica Moreschi, "la equivocación es parte de la vida y aprovecharla nos hace crecer. Hay una forma de transitar ese camino y es decidirse e ir corrigiendo, poco a poco, lo que no nos gusta".
ADRIANA GIANINI