EL COMPLEJO MUNDO DE LAS RELACIONES SOCIALES
Es difícil comprender que las relaciones sociales jamás se realizan desde la sinceridad y la lógica, sino a través de complejos laberintos de intereses, tan engañoso y lúgubres como la fama de las serpientes. No hemos venido a este mundo para sufrir, y menos si podemos evitarlo. Así que si hay que aliarse con una mayoría, se hará, independientemente de que los motivos sean más o menos loables, e incluso, no lo sean. Lo que prima en el mundo de las relaciones sociales es el egoísmo y la idolatría pura y dura. Freud le echaba la culpa al sexo, pero, ahora sigue igual. Ahora son las drogas sintéticas, por ejemplo, o los banqueros (aunque esos sí que tienen tarea). Sin embargo, si pudiéramos elegir, más de uno elegiría ser banquero. El hombre no es un ente moral. Es un animal inteligente, que suple y camufla sus defectos a través de la moral. Es difícil entender que el noventa por ciento de la población dice preocuparse por los demás, pero "los demás" siguen igual. En un terremoto nos alegramos de que nuestra casa no se haya caído, y después hacemos como si nos ofendiéramos por lo que ha ocurrido, es más, alguien habrá que le eche la culpa al Gobierno, o a la Oposición. Pocos son los que sienten sinceramente la desgracia humana. Las relaciones humanas se rigen por criterios que rozan lo mezquino en alguna que otra ocasión, y por ello, entiendo que haya personas que crean que la compañía de un animal cualquiera es mejor a la de cualquier hombre o mujer. Entiendo a los que sufren agorafobia. El pánico a la supervivencia social y sus relaciones puede ser terrible. Entiendo a los hoscos pastores aislados en valles perdidos por el tiempo. Pero nos vendemos solidaridad, amor, pensamiento positivo, esperanza u optimismo, en vez de hacer acto de conciencia y aceptar que somos seres interesados, incluso en el más mínimo acto de bondad. Y muchos diremos que esto no va con nosotros, que hay personas solidarias y todo eso, y es cierto, y de esas personas llenas de ilusión se nutre el despiadado mundo de las relaciones sociales. Y el éxito de nuestra evolución ha dependido de ello. Y es así como la felicidad se oculta ante nuestros ojos, vendados como la imagen de la Justicia, ante la realidad del complejo y exitoso, evolutivamente hablando, mundo de las relaciones sociales. Porque somos crédulos, o nos conviene ser crédulos.
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