Un boleto del metro, que fácilmente tiene 15 años, la garantía de
una grabadora que ya ni existe, el manual de un televisor que le
regalé a mi madre hace mas de 10 años, notas de supermercado,
tarjetas de felicitación, y la invitación a una boda
de gente que ni conozco, llaveros, etc...
Tiré tantas cosas que llené dos cajas grandes, que se fueron
directos a la basura, por fin, el orden, y el espacio suficiente
para cosas nuevas que algún día serán parte de mi pasado,
y que probablemente nunca las llegue a ocupar.
Me doy cuenta que también he atesorado sentimientos
que nunca pienso ocupar, como el odio, el celo, la ambición
desmedida, el egoísmo, y que ahora me encuentro echando
a la basura junto con ese par de cajas con recuerdos,
quedando más espacio para la compasión, la paciencia,
el amor y el perdón.
Teniendo orden en la casa, y orden en mis sentimientos, siempre
queda más espacio para llenarlo con lo mejor de nosotros, para
llenarlo de amistad y de comprensión, que en el camino de
la vida, nos servirán más que cualquier tesoro. Es importante
tener en orden todo, primero un gran lugar para Dios,
después, otro para la familia y los amigos, todo con
sus prioridades
Pero es muy importante mantener una
vacante, siempre
limpia y disponible en todo momento porque
nunca sabremos cuando la vamos a necesitar,
en algún momento, o en algún lugar, tal vez
alguien requiera de ese espacio en
nuestro corazón,
para encontrar alivio a sus penas, y
reconfortarse en un
corazón amigo, con la confianza de que
quien lo escucha
sabrá comprenderlo, para compartir sus
penas y alegrías.