Cautiva en tu semilla, los dolores
son mi colmena de melancolía
van por los mares de la poesía
como inocentes peces voladores.
Del gozo prisionera, en mi agonía
ando a oscuras buscando aquella puerta
inaccesible hoy, antes abierta,
que a mis nupcias sin nombre conducía.
Como la mar bajo la luna crece
mi cuerpo herido por la luz eterna
se extiende por tu cielo incalculable.
Y mientras mi pasión se recrudece
y duerme el agua en la lustral cirsterna
yo te espero en tu lecho innominable.