Agny, en primer lugar el llamarme de DON me cohibe. Sólo soy un simple compañero, intentando ser amigos de todas vosotras, y el principal motivo que me ha guiado estar en el Grupo, es procurar de hacer felices a las personas. Para mi lo más importante de la vida es ver a las personas contentas, alegres, radiantes, bienaventurados, dichosas… Para ello he empleado los años de mi vida, a costa de muchos disgustos, de mucha envidia de los egoístas que sólo piensan en ellos, de muchas incomprensiones. ¡Claro que todos cometemos errores! Pero nunca deben ser errores para molestar al prójimo a sabiendas. Y mi postura con todas vosotras ha sido poder darles un poco de alegría, toda la amistad y TODO EL RESPETO. Si alguna vez me he equivocado, ha sido sin intención de molestar, y mucho menos ofender. No está en mi programa de vida ofender deliberadamente a nadie, y mucho menos a mujer, como tantas del Grupo que me han dado su confianza y afecto. En mi ánimo nunca ha estado, ni estará jamás, ofender, ni rebajar, ni denigrar a una mujer. ¡JAMÁS! Pero tampoco he querido, ni quiero, que me ofendan sin darme ocasión para defenderme, o que me digan en que ofendo, si es que he ofendido, para pedir, no una, sino MIL VECES PERDÓN. Pero para ello debo primero saber en que he pecado.
Yo también soy creyente, rezo el Padrenuestro, y como lo quiero seguir haciendo, por eso le dije a nuestra Valeria, que por mí estaba todo perdonado y nadie tenía que disculparse. “Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofende”. Esto no sólo hay que decirlo, sino ponerlo en práctica. Yo, humildemente, trato de hacerlo.
Y sobre el tema que ha dado motivo para estas polémicas, ya le dije a nuestra amiga Valeria que no necesitaba las disculpas de nadie. Las disculpas se dan voluntariamente, no por verse obligado por nadie. La única que obliga es la conciencia de cada uno. Recordemos esta instrucción de Jesús de Nazaret: “Si al presentar tu ofrenda en el altar, te recuerdas que un hermano tuyo tiene alguna queja contra tí, deja tu ofrenda ahí ante el altar, anda primero a reconciliarte con tu hermano y vuelve luego a presentar tu ofrenda” (Mt. 5, 23-25).
Y si yo he ofendido a uno de mis hermanos o hermanas, debo reconciliarme con el ofendido, antes que tener la palabra de “Dios” en la boca, asistir a muchas misas, hacer muchas oraciones, pero no pone en práctica lo que Jesús de Nazaret me dice y me obliga. Así lo entiendo yo y así lo digo y lo hago. No he pedido su disculpa (ya que me llama de Don, la trataré de usted), más Valeria sabe que yo he perdonado la ofensa. Y si se ha armado este gran revuelo, la culpa no hay que echársela a las personas que han defendido la libertad de expresión, y no quieren que aquí cada una se tome la justicia por su mano. Más bien son culpables las que han callado a sabiendas que se estaba haciendo algo que podía traer consecuencias no agradables. Porque el que calla otorga. Y si algunas personas le ha aconsejado, o no le ha quitado la idea de hacer lo que hizo, son tan culpables de el triste espectáculo que estamos dando.
Por mi parte el tema está terminado, y lamento que mi mensaje, que se anuló, se tergiversarse la intención que me hizo ponerlo.
Termino diciéndole que no debía marcharse del Grupo. Por mi parte no me molesta usted en absoluto. Y que quede claro que las personas que han apoyado mi postura, no han cometido ninguna falta. La actitud de ella mas bien es una defensa hacia la libertad, el respeto, la amistad, he ir en contra de la censura.
Pido a Dios por la salud de su querida hija, y por mi parte, sin reserva mental alguna, está todo perdonado y no debe darme las gracias por ello, es mi obligación hacerlo.
Queda suyo afectísimo y seguro servidor.
Celestino –Cele-