Autor: José Luis Cano.
Cada día toco con mis manos la dicha la beso con mis labios la dejo que se duerma dulcemente en mi pecho que se despierte luego estremecida como un hermoso sueño. Enfrente el cielo, los pájaros y tu boca entreabierta sobre la calle con acacias y niños delicada y trémula como una sonata. Y desde mi terraza, íntima como una caricia ávido sorbo la tarde y su hermosura contemplo el avión rasgar sereno el aire puro y casi toco acaricio con mis dedos la luna inmensa posada con ternura sobre un árbol cercano. Poca cosa es lo que hace falta a veces para sentir la dicha una luz, una flor, una brisa, una mano en la nuestra o esta tarde que parece de carne de suavísimo nácar tarde entregada para un mirar lentísimo para entrarla despacio como un sueño en el alma para besarla pura, inmaterial y celeste.
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