La alegría
pone alas al corazón
Es gratis y está a nuestro alcance. Es la herramienta perfecta para "airear" el espíritu y la cabeza en cualquier momento. La psicóloga Margarita Rojas recuerda sus innumerables y magníficos beneficios.
Cómo te sientes cuando te ríes con ganas?, ¿te has dado cuenta de que cuando permites que una carcajada recorra tu cuerpo te sientes más vivo y sano? La mayoría de las veces no somos conscientes de los beneficios de la risa, la sonrisa y su motor: la alegría.
La alegría es una joya emocional que proporciona impresionantes beneficios a nuestra salud física y psíquica. Al reirnos segregamos endorfinas, opiáceos naturales altamente estimulantes; reír baja la presión arterial, relaja y rejuvenese. Pero no solo esto, sino que la risa, el humor, la alegría aumentan la barrera inmunológica, como demostró el doctor Berk (California). Este investigador estudió a multitud de individuos antes y después de ver vídeos cómicos y comprobó que se reducían las variable que marcan el estrés y aumentaba considerablemente la barrera inmunológica. Pero las virtudes de la alegría y el humor no acaba aquí. El efecto de una sesión de carcajadas es un potente analgésico, como demostró Norman Cousins. Este hombre, con una dolorosa enfermedad, descubrió que, tras unos minutos de ver películas cómicas, el dolor desaparecía durante horas. Cousins luchó para que se usara la risoterapia con resultados positivos incuestionables.
La alegría barre nuestras preocupaciones y pone alas a nuestro corazón, tanto es así que, en situaciones límite, el ser humano hace uso del sentido del humor para poder sobrevivir. Encontramos testimonios que confirman el humor del superviviente en relatos como el de Viltor Frankl, psiquiatra que sobrevivió a seis años en un campo de concentración nazi.
La alegría forma parte de un precioso ramillete de emociones positivas, entre las que están la esperanza, la ilusión, el entusiasmo, la fortaleza interior, la confianza, la paciencia y otros recursos con los que venimos dorados. Es como si tuviésemos una caja de tesoros repletas de de joyas emocionales. Todos nacemos con ellas, basta observar a los niños para darnos cuenta de que son nuestras, pero, desgraciadamente, según crecemos la relegamos. Creemos que se adultos serios está reñido con el uso de la ilusión o alegría. ¡Qué gran error! Si diésemos tanta importancia a nuestras alegrías como hacemos a nuestras penas, los desengaños de la vida perderían fuerza.
Incorporar la alegría a nuestra vida y escapar de la monotonía gris para entrar en un mundo de brillantes colores debe ser nuestra meta. Atreviéndonos a reír a mandíbula batiente, tendremos más capacidad para enfrentarnos a los conflictos cotidianos. No se trata de reír tontamente, sino de incorporar el hábito de buscar un momento divertido por higiene mental. Del mismo modo que una ducha refresca el cuerpo, unas risas limpian el corazón y la mente. El gran psicólogo Erickson decía: "La vida te traerá dolor ella sola, tu responsabilidad es crear alegría". Hacer uso de la alegría y el resto de las joyas emocionales proporciona confianza e impulsa a conseguir logros.
Por otro lado, la alegría como actitud conlleva un aumento de optimismo y está demostrado que los optimistas viven más años. He conocido jovencitos de 90 años que hacen de la alegría un estilo de vida; viven más y su calidad de vida es mejor. Enfrentarse a la vida con un talante alegre es una sabia decisión: bastará, inicialmente, con empezar a vivir con la atención puesta en las cosas buenas. Marco Aurelio invitaba a lo siguiente: De las cosas que tienes, escoge la mejor y luego piensa: cuán ardorosamente habría luchado por conseguirla". Una actitud alegre se centra en todo lo que tenemos que agradecer a la vida. Por eso, ¡pongámonos las gafas de ver con alegría y vivamos!
MARGARITA ROJAS
Psicóloga clínica.