Autor: Griselda Álvarez Ponce de León.
¡Ay primavera, primavera suave! Érase una mujer que compartía el humus de la tierra, la armonía, el árbol fácil y el nidal del ave.
Érase una mujer como una llave con la que abrir un mundo de alegría, una mujer, fugaz sabiduría, pacífica guerrera, beso en clave.
Y érase un hombre así, de todas suertes hombre y señor, total naturaleza, puño gigante, lumbre de mil muertes,
abismo terminal, conciencia ilesa, con el llanto interior, porque eran fuertes sus ojos de metal color tristeza.
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