Gracias, primero, por mirarme. No me miraste como a una cosa o como un caso perdido. Me miraste con misericordia y esperanza.
Gracias por escucharme. No miraste el reloj. Tuviste tiempo para escuchar mi problema. Me escuchaste con emoción y paciencia.
Gracias por acercarte. No diste el rodeo, poniendo excusas, que si tú no sabíais, que si no podías hacer nada, que hay instituciones para estas cosas.
Gracias por acogerme. Me abriste las puertas de tu casa. Me abriste el corazón. Me hiciste sentir persona. Me diste razones para luchar. Me buscaste
compañeros. Me dijiste que queda mucho por hacer y que contabas conmigo.
Que buena reflexión, gracias Cele
Un abrazo!!!
Lola