Como si de ejercicio se tratara
Son muchas las investigaciones que desde hace años relacionan la risa con efectos positivos tanto en la salud como en la recuperación de las personas enfermas. Ya a fines del siglo XIX, el médico austríaco Sigmund Freud (padre del psicoanálisis) valoraba los beneficios que el acto de reír aporta al organismo, al liberarlo de la energía negativa. Multitud de estudios desde entonces la han relacionado con la mejora de la digestión, la disminución del estreñimiento, el fortalecimiento del sistema de defensas, el aumento de los niveles de oxígeno en todos los órganos, la liberación de las tensiones, la reducción del estrés y la mejora de la circulación o la presión sanguínea.
Investigadores de la Universidad de Loma Linda, en EE.UU., añadieron el año pasado un nuevo beneficio sumado a los citados: las carcajadas podrían provocar el mismo efecto que el ejercicio físico moderado, ya que causa cambios en dos hormonas relacionadas con el apetito -la leptina y la grelina-. William Fry, psiquiatra que ha estudiado los efectos de la risa durante más de 25 años, asegura en uno de sus estudios que tres minutos de risa intensa equivalen en salud a cerca de diez minutos de ejercicio aeróbico.
En su momento, estos estudios demostraron que la risa tiene efectos positivos en la regulación del sistema inmunológico, porque aumenta la producción de anticuerpos y activa ciertas células protectoras del organismo, como los linfocitos T citotóxicos, que son importantes para evitar la formación de tumores. Reír es tan necesario como dormir bien, llevar una vida saludable o practicar deporte. No obstante, parece ser que la rutina diaria dificulta este acto: a medida que se llega a la edad adulta se ríe menos y, si los niños lo hacen una media de 300 veces al día, los adultos no llegan a las 30.