Elisabetta Sirani
Elisabetta Sirani (Bolonia, 1638 – Bolonia, agosto de 1665) fue una pintora italiana de estilo barroco y uno de los últimos representantes de la brillante escuela boloñesa del siglo XVII. Fue una de las primeras mujeres pintoras de proyección internacional, pero su prematura muerte con 27 años de edad truncó una carrera que pudo haber evolucionado hacia el barroco decorativo que abanderó Luca Giordano.
Hija de Giovanni Andrea Sirani, apenas hay datos sobre sus formación artística. Se supone que por su condición de mujer, Elisabetta no pudo acceder a una academia y tuvo de aprender únicamente en el taller paterno. Su escasa destreza en el dibujo anatómico se explicaría porque no se le permitió dibujar desnudos con modelos vivos.
Sirani se inició en la pintura hacia 1650, con el apoyo de su futuro biógrafo, el conde Carlo Cesare Malvasia, influyente crítico. Una de sus primeras obras fue el San Jerónimo en el desierto. Ya en 1657, con 19 años, se hizo pintora profesional, y más adelante llegó a gestionar el taller familiar. Cuando su padre quedó inválido por la gota, ella tuvo que mantener a su familia con su arte, y se cree que la necesidad económica le forzó a trabajar con singular rapidez.
Prolífica, modesta en el trato y de reconocida belleza, Sirani alcanzó un temprano renombre en Europa. Su especialidad fueron las pinturas religiosas.
La muerte de Elisabetta Sirani estuvo envuelta en la controversia, ante las sospechas de que fue envenenada por una criada, aunque ésta fue absuelta de las acusaciones y una autopsia reveló que la pintora había sufrido varias úkceras de estómago. Su funeral, que incluyó música e intervenciones poéticas, lo presidió su efigie esculpida a tamaño natural, dispuesta sobre un gran catafalco.
Actualmente, los restos de Elisabetta y su maestro Guido Reni reposan juntos, en la Basílica de Santo Domenico de Bolonia.
Aunque su prematura muerte, en agosto de 1665, limitó su carrera a apenas una década, Sirani dejó una producción sorprendentemente amplia: 200 pinturas, así como dibujos y diversos grabados.
La amplitud de la producción pictórica de Sirani ha hecho pensar en una participación masiva de ayudantes, ya que sus hermanas Barbara y Anna Maria eran también pintoras y tuvo por discípulas a más de doce mujeres, que llegaron a ejercer profesionalmente. La artista hizo demostraciones públicas en respuesta a quienes cuestionaban la autoría de sus cuadros.
En sus dibujos a lápiz y tinta, Sirani introducía fuertes contrastes de luces. En sus pinturas, sin embargo, Sirani fue menos personal y suavizó el claroscuro con sombras tostadas, más en consonancia con la escuela boloñesa. Por lo general, sus composiciones son de formato medio y simples en cuanto a diseño, y mantienen un tono agradable y decorativo de indudable atractivo comercial.