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EL RINCON DE CELE: JANE ELLENBOROUGH
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: cele19331  (Mensaje original) Enviado: 24/02/2012 21:45

Jane Ellenborough

 

En Inglaterra, una de las formas vernáculas de llamar a las menudencias femeninas es Lady Jane, sobriquet que incluso el célebre D. H.Lawrence utilizó en su erótica novela El Amante de Lady Chatterley. Pero son poquísimos los que conocen de que este término de Lady Jane para la pudenda de la hembra humana se debe a una señora bella, rubia, alegre y muy libidinosa que figura en la historia de Inglaterra como una de las mujeres que más amantes tuvo: Lady Jane Ellenborough.
Bautizada en la fe anglicana como Jane Elizabeth un 23 de octubre de 1807 en el seno de una familia muy estirada, siendo su padre el almirante Sir Henry Digby y su madre Lady Andover, la segunda esposa del militar. Desde el momento en que debutó en este valle de lágrimas y pasiones, Jane deslumbró a todos por su belleza y su magnífica disposición a sonreír. Estos atributos, conjugados con una inteligencia poco común, un apetito sexual voraz y una adaptabilidad fabulosa, le iban a atraer a los hombres como abejas a un panal, y entre sus amantes más célebres estarían el escritor francés Honorato de Balzac, el rey Luis I de Baviera, el rey Otto de Grecia, varios nobles y hasta un caudillo revoltoso.
A los 16 años de edad, después de ser presentada prematuramente en sociedad, Lady Jane conoció al hombre que sería su primer esposo, Edward Law, Lord Ellenborough, quien para entonces ya tenía la edad de Cristo y ya tenía cuatro años de haber sepultado a su linajuda primera esposa. El matrimonio de la hermosa Lady Jane con el odioso Lord fue uno de conveniencia para ella, aunque él sintió ardientes deseos desde la primera vez que la vio. Una vez que la novedad del asunto se gastó, a él le interesaba más la política que la cama, y pronto Lady Jane se vio buscando con quien pasar sus abundantes ratos libres. Su primer amante fue un pusilánime de apellido Madden, empleado del Museo Británico, y cuando éste huyó de Lady Jane debido a la insaciabilidad de la misma, ella se consoló con un primo, el coronel George Anson.
En 1828 después de parirle a regañadientes un varoncito a su aburrido esposo, Lady Jane le cerró las puertas de su alcoba en las narices. El escándalo estalló cuando Lady Jane se apasionó por un apuesto príncipe austríaco de apellido Schwarzenberg, quien no solo tuvo relaciones a la vista y paciencia de todos sino que también la preñó. En otoño de 1828 Lady Jane huyó de su furioso esposo, quien tuvo que pasar la vergüenza pública de pedir el divorcio al parlamento (en aquel entonces los pares del reino no podían divorciarse así normas). La pipona Lady Jane se fugó hacia París con su amante, pero una vez allá la barriguita no fue impedimento para que ella le hiciera ojos de almíbar a cuanto varón le pasara por delante.
Schwarzenberg se hartó de ella y la abandonó, dejándola libre para comenzar una de las odiseas de sábanas más aparatosas de la historia. Su ruidoso affaire con Honorato de Balzac no solo la tildó como bastante ligera de cascos, sino que el mismo Balzac la inmortalizó al basar su personaje de Lady Arabelly Dudley de su novela El Lirio del Valle en Lady Jane. De París, Lady Jane salió rumbo a Munich, donde el Rey Luis I de Baviera hacía de las suyas a los 45 años de edad. El monarca, quien coleccionaba mujeres bellas con la asiduidad que adquiría objetos de arte, no pudo dejar pasar a Jane sin probarla y declararla exquisita. Luis I la hizo retratarse con el pintor de la corte y sumó su lienzo a la Galería de Beldades.

 

El hecho de que Lady Jane se casara con el Barón Venningen, alto dignatario de la corte bávara, no fue impedimento para seguir refocilándose con otros hombres, y por eso cuando dio a luz a un niño 6 semanas después de la boda, se habló que el bebé era del rey y que Carl era solo una pantalla de humo. Jane le fue fiel a Venningen por 3 años, pero luego le puso los cuernos con un conde griego de apellido Theotoky. Venningen se dio a la tarea de perseguir a Lady Jane cuando ésta quiso huir con el griego, y todo acabó con un aparatoso duelo que casi le cuesta la vida a Theotoky. Venningen se divorció amigablemente de Lady Jane y pasaron 5 años antes de que el conde griego se casara con la bella inglesa. Este matrimonio acabó cuando Lady Jane no pudo adaptarse a las pobres condiciones de vida que le diera el guapo heleno. Posteriormente Lady Jane se hizo amante del rey Otto de Grecia, hijo de su ex amante el rey Luis I de Baviera.
La princesa Amalia de Oldenburg, consorte de Otto, le hizo la vida imposible. Como un extraño desquite, Jane se fue a vivir con un viejo caudillo griego, el general Hadji-Petros, quien era bastante imbañable y luego acabó bebiendo la leche y maldiciendo la vaca cuando dijo que si estaba con la inglesita era por su fortuna y no por sus atributos de mujer. La golpeaba y humillaba en público. Decepcionada de sus aventuras griegas, hizo un viaje por Italia, Suiza y Turquía, donde la leyenda le atribuye haber conseguido un puñado de amantes y numerosos esposos. Una vez en el Medio Oriente primero se fue al lecho en una noche de luna llena con Saleh, un árabe muy joven y atractivo. Luego se topó a quien sería su último marido y el gran amor de su vida, el oscuro Medjuel, un árabe que era mercader de caballas, camellos y cabras.
Medjuel era bajito, oscuro, encantador, hablaba francés y era muy erudito. Lady Jane se encontró la horma de su zapato. Medjuel se divorció de su esposa para casarse con Jane, y se establecieron en Siria. Lady Jane Elleborough se convirtió en Jane Digby El Mezrab, a los deslumbrantes e inmarcesibles 48 años... y su marido era 3 años menor y la idolatraba. Lady Jane por fin halló la paz con su atento y gentil marido, se dio el lujo de tener animales a montones, y se vestía cómodamente como árabe. Adoraba atender a su esposo, cocinar para él y lavarle los pies cuando entraba sudoroso y fatigado.
Lady Jane Ellenborough murió a los 74 años de edad en agosto de 1881, y fue enterrada en la sección protestante del cementerio judío de Damasco, y los que la conocieron relatan que esta mujer al morir apenas tenía arrugas, siempre sonreía y se dedicaba a ayudar a los pobres. En la literatura universal, vive en el personaje de Lady Arabella Dudley en la obra inmortal del francés que la adoró: Balzac.

Cecilia Ruiz de Ríos

 

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