Un día especial para la especie humana
Ana Rodrigo, 08-Marzo-2012
Un día de reflexión de hombres y mujeres, de responsables políticos y del pueblo, para la legislación y para costumbres y sobre todo, para la especie como tal. El 8 de Marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer y, con esta ocasión, la información, los estudios, los artículos de opinión, los datos y los análisis de la situación de las mujeres, son innumerables. Vista la situación desde cualquier perspectiva, y lo mires por donde las mires, a nadie se le escapa que en la situación actual y pretérita, son siempre las mujeres las perdedoras. Y a nadie se nos debe escapar que es responsabilidad de todos y de todas cambiar urgentemente esta situación que llevamos arrastrando desde siempre, como algo connatural con la naturaleza humana, casi con resignación.
Las mujeres es el colectivo humano —después de la niñez, según afirma Esther Vivas— más desfavorecido en el mundo. Producen más de la mirad de alimentos y pasan hambre, son objetos sexuales en manos de tantos hombres pero son las que paren, alimentan y cuidan a la prole, en las guerras de hombres la barbarie adjunta es la violación de las mujeres —¡¡¡Por qué, dios mío, por qué!!!—, se le hace la ablación genital desde niñas (más de ¡¡¡cien millones!!! en el momento actual) para que no tengan placer sexual, las niñas son objeto de venta para la prostitución, y las prostitutas adultas son objeto de malos tratos así como de todo tipo de abusos contra ellas.
En el mundo llamado “desarrollado” y en todo el mundo en general, las cifras de mujeres que sufren todo tipo de violencia por parte de sus parejas o exparejas son alarmantes, en algunas culturas desbordan los límites que se puede concebir; el año pasado en España hubo 60 mujeres asesinadas, en otros países son cientos y miles. Las mujeres, como nos recuerda Esther Vivas no tienen acceso a la propiedad de la tierra, tienen mayor dificultad para acceder al trabajo, están vetadas para el acceso a los altos cargos, cobran entre el 22 y el 30 por ciento menos que los hombres en los mismos puestos de trabajo, la mayoría de las veces tienen que conciliar el trabajo fuera de casa con el trabajo doméstico y familiar, etc. etc.
Leer la prensa o escuchar noticiarios en el momento presente, tiempo de crisis, nos está llevando al terror colectivo con los avisos en tono de amenaza por parte de los poderes políticos sobre el porvenir inmediato, pero, no perdamos de vista que las mujeres van a ser, lo están siendo ya, las grandes perdedoras. Los puestos de trabajo que se están perdiendo por la crisis y los recortes se están dando en los sectores laborales más feminizados, como es la enseñanza y la sanidad, así como la asistencia a la dependencia. Ya se están cerrando las casas de acogida a mujeres maltratadas.
El ministro de justicia, Sr. Gallardón, justifica la modificación de la ley del aborto porque dice que las mujeres que abortan son víctimas de la violencia de género estructural, ni siquiera es capaz de pensar a la mujer como persona, con capacidad para decidir, es como si legislase para personas incapacitadas para decidir, no para personas libres y adultas. Promete ayudar a las mujeres que necesitan abortar, ¿de qué forma, cuando en Madrid se han cerrado, como ya he dicho, las casas de acogida a mujeres maltratadas?
Y yo me pregunto ¿por qué estos datos, estos hechos, por qué tanta calamidad junta y tantas desgracias concentradas en las mujeres? ¿Por qué esta desproporción entre hombres y mujeres en todos los ámbitos? ¿Qué hemos hecho las mujeres para que nos ocurra todo esto a lo largo de la historia y en todos los lugares?
Como ya escribí en otro momento, algo grave le ocurre a la especie humana cuando la mitad de la población está es situación de desventaja con respecto a la otra mitad, algo grave le ocurre a la humanidad cuando la mitad de la población ejerce opresión, violencia o abuso de fuerza sobre la otra mitad. Y claro, la mitad son mujeres y la otra mitad son hombres.
Estoy segura que la mayor parte de los lectores y de las lectoras que entran en atrio están concienciados/as de lo que aquí denuncio, pero como las cosas siguen casi igual año tras año, no está demás pensar qué podemos hacer para que aportar soluciones, según nuestras posibilidades. La denuncia nunca sobre por muy repetitiva que sea. Y, por supuesto, que esta denuncia no es algo personal contra nadie con nombre y apellidos, por lo que los hombres que me lean no deben sentirse ofendidos y sí solidarios, cosa que no pongo en duda que ya lo son. Es una tarea común y colectiva.