La vasta producción de Leonor Fini, que incluye pinturas, dibujos, ilustraciones para libros, vestuario y escenografía de teatro y cine, posee un fuerte carácter sensual y femenino. Referente del Surrealismo, aunque no adherente al mismo, se destacó por ser una artista prolífica, de un estilo singularmente intrigante.
Es difícil escribir sobre la obra de Leonor Fini (Buenos Aires, 1908- París, 1996). Tan amplia y versátil es la misma que da la sensación de que no puede ser contenida ni descripta en un solo texto. Cada uno de los ámbitos en los que incursionó la llevaron por un camino rico en experiencias y relaciones, descubriendo formas de expresión nuevas y dándoles un toque personal a cada una de las mismas.
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"Heliodora" 1964 |
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Polifacética y excéntrica, su prolífica obra se diseminó en un abanico de ámbitos distintos pero relacionados entre sí: la pintura, el diseño y la ilustración fueron los grandes núcleos donde depositó su talento inigualable. Autodidacta, se dice que supo aprender las técnicas que manejó con destreza contemplando las obras de Piero della Francesca, Paolo Ucello y Mantegna, así como fue inspirada por Klimt y los Prerrafaelistas. Las lecturas de su juventud de la obra de Freud también influyeron. Pero sobre todo, Fini tuvo una imaginación amplia y una ductilidad absoluta a la hora de abordar cada trabajo que hizo.
“Toda la pintura es erótica. Ese erotismo no tiene necesariamente que estar en el tema. Puede estar en la forma con que se pinta un ropaje, en el diseño de una mano, en un pliegue.” Quizás esta frase, dicha por ella misma, sea una de las pautas que sirvan para aproximarse a su producción. “Cuando la gente me pregunta qué hago yo respondo “yo soy”. Semejante postura frente a la vida y al mundo no pudo más que reflejarse en su talento. Y en su iconografía también: gran parte de la misma se desarrolla en un universo de mujeres autoritarias, decididas, libres sexualmente, femeninas y masculinas a la vez, etéreas pero férreas. Viviendo un tiempo sin tiempo, las figuras se comunican pero parece que existe un abismo entre ellas. Porque la relación no es verbal en sí, sino física, una relación de afinidad de género, vinculada con el sexo, con el poder, con la autosuficiencia. Los espacios que albergan a estas protagonistas femeninas poseen dejos metafísicos y surrealistas: también son ámbitos sin tiempo, en ciertos casos opresivos, en otros desolados, pero todos en segundo plano. Porque lo relevante es la figura, el ser que se presenta frente a nosotros, y el vínculo. Esta característica atraviesa toda su obra pictórica.
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L'entre-deux - 1967 |
Tanto en los óleos como en las litografías y grabados, algunas figuras tienen un dejo de fantasmagoria, de aparición. Otras son contundentes dentro de la delicadeza con que son representadas. Siempre se nota el trazo femenino en el detalle, en el uso del color, en los contornos, en los ropajes. Todo está invadido por una sexualidad latente, siempre presente. El erotismo carga a las obras en óleo sin explicitud concisa pero fuertemente: se configura un universo matriarcal, donde la cuestión de género está presente sin caer en estereotipos prefijados, sino desligada de todo viso masculino dominante. Estas características son pautas de estilo que acompañaron la obra de Fini siempre.
Los felinos, uno de los motivos predilectos de la artista, se trasladaron del lienzo a las máscaras de teatro. Los trajes elaborados y antiguos salieron del cuadro para subirse al escenario. Los espacios despojados pero cargados de simbolismo pasaron de la bidimensión a la tridimensionalidad escénica. Las esfinges femeninas son otro motivo recurrente, representando a la mujer-animal-felina.
El grupo surrealista liderado por André Bretón quiso incluirla, pero ella se opuso. Quería ser libre en el arte, en la vida, en el amor y el sexo. Vivió dos pasiones que la marcaron y acompañaron hasta sus últimos días: supo formar un trío amoroso con Stanislao Lepri (diplomático y pintor) y Constantino Jelenski (poeta y escritor) y convivir con ambos y dos docenas de gatos. Esta libertad, trasladada a todos los ámbitos de su vida, la llevó a entablar relación con artistas e intelectuales en París, ciudad a la que arribó a los 18 años. Eluard, Max Ernst, Magritte, De Chirico, Cocteau, Max Jacobs, Dalí y Picasso fueron algunas de sus compañías y amistades. Fue retratada numerosas veces por Henri Cartier-Bresson y Dora Maar, entre otros fotógrafos de renombre que supieron captar su personalidad y su personaje también.
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Comme tous les soirs - 1977 |
En los retratos y autorretratos buscó la fidelidad realista sin perder el halo de misterio envolvente de las figuras. Cabezas sin torso, figuras gráciles en entornos neutros, siempre siguiendo la teatralidad y grandiosidad características de su estilo. Algunos ejemplos son los retratos que hizo de Jean Genet, Anna Magnani, María Félix, Leonora Carrington, entre otros.
Se vinculó con el mundo del cine diseñando vestuarios para películas de John Houston y Federico Fellini. Trabajó en vestuario y escenografía de teatro para grandes compañías. Diseñó frascos de perfume, mazos de cartas, vajilla... Incluso escribió tres novelas.
La ilustración de libros fue otro de los campos donde incursionó con su talento. Ediciones de Edgar Allan Poe, Marcel Aymé, el Marqués de Sade (“Julieta”), Shakespeare (“La Tempestad”), Baudelaire (“Las Flores del Mal”) fueron acompañados por imágenes expresivas, surgidas por la propia interpretación del texto. La pasión, el sexo, el erotismo vuelven a salir a la luz en escenas, algunas abocetadas como estudios compositivos, otras cargadas de color, sin perder la fuerza contundente que las caracteriza.
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L'Arrivée de Tibère - 1993 |
Contemplar las obras de Leonor Fini es entrar al universo que ella vislumbró y reflejó con maestría y talento sin par. Una puerta abierta a un mundo irreal e idílico por momentos, ambiguo y fantasmal por otros. Un viaje enriquecedor que vale la pena emprender, para liberarse de tapujos y normas.
NO LA CONOCÍA PERO GRACIAS A VOS CELE
ME METÍ MÁS EN SU INTENSA VIDA, UNA GRANN
ARTISTA, G R A C I A S S S