Es que un beso va más allá de un simple contacto labial. Es, sin duda, un fin en sí mismo y un medio para comunicar una infinidad de sensaciones y sentimientos que nos permiten establecer relaciones con otras personas. La mejor muestra de ello es que, a veces, lo que no sabemos decir con palabras lo decimos mediante un cálido beso. Para Pilar Varela, psicóloga, “dar un beso es una especie de conducta misteriosa pero cargada de simbología, mediante la que expresamos muchas cosas, como, por ejemplo, respeto, amor o devoción. Los niños lo aprenden muy pronto y les gusta mucho. En las parejas y en las personas que se tienen afecto también cumple un papel muy importante. Cuando es sincero, un beso tiene un valor comunicativo enorme”.
¿Intuición o educación?
Existen varias teorías sobre el origen del beso. Algunos especialistas aseguran que se trata de una mera construcción cultural y, para otros, en cambio, es un acto de carácter instintivo. Pilar Cristóbal, sexóloga, señala que “el beso en sí forma parte de la estructura biológica a la que le hemos dado forma social. No sólo nos besamos los humanos, también lo hacen los animales. Y si bien el gesto lo hacemos de manera intuitiva, la forma de hacerlo se aprende”. Otros, como la antropóloga Helen Fisher, van más allá y afirman que el beso es un mecanismo de valuación del compañero. De lo que no hay duda es que la ritualización de los besos varía según las diferentes culturas y posee significados distintos. En algunos lugares el beso en los labios demuestra cariño t se da entre hombres, mujeres y niños. En otros países está restringido a la intimidad de la pareja. “Los españoles, por ejemplo, somos más expresivos, e incluso nos besamos con demasiado exhibicionismo”, asegura Pilar Varela. De hecho, por algo los europeos somos los que más besamos en las presentaciones. Los latinoamericanos suelen dar un solo beso y los norteamericanos los dan, pero de forma más discreta. Por el contrario, el beso tal y como lo conocemos en Occidente dista mucho de ser algo conocido en pueblos de zonas de América, África y Oceanía. Y en otros lugares, como China, genera rechazo, y en India, los besos entre turistas en lugares públicos son una práctica condenada por los nacionalistas hindúes.
Pero, ¿por qué dentro de una misma cultura o incluso dentro de una misma familia unas personas besan más que otras “En una cultura expresiva conviven familias muy inexpresivas, o frías o cortante o distantes. Un individuo puede estar habituado a ver besarse en la calle, a ver películas llenas de besos y a no haber recibido un abrazo ni un beso de su madre en toda su vida. También influye la propia personalidad. Hay gente que no quieren besar, o que no le gusta o que le da vergüenza. La timidez es una explicación de esta inhibición, a los tímidos les gustaría besar o ser besados pero no se atreven. Otros no son tímidos y sí se atreverían, pero no son tan sociables ni tan expresivos y simplemente les parece que el beso es suficientemente importante como para dosificarlo e intercambiarlo sólo con quien quieren”, añade Varela.
Una tormenta química
El catedrático de Filosofía y escritor Alain Montadon asegura que un beso nos hace mover 17 músculos relacionados con la lengua, y posee nueve miligramos de agua, 0,18 de sustancia orgánicas, 0,7 de materias grasas, 0,45 de sal, cientos de bacterias y millones de gérmenes. ¿Y qué sucede cuando damos o recibimos uno? “Un beso erótico, en la boca, con pasión, entrega y excitación provoca una especie de terremoto hormonal”, comenta Pilar Varela. Según varios estudios científicos, no sólo activamos más de 30 músculos faciales, sino que, además, nuestro organismo experimenta una auténtica tormenta química: el corazón late más deprisa, la presión sanguínea aumenta, la respiración se acelera. También se liberan un gran número de hormonas, como la oxitocina, conocida como “la hormona del amor”: las endorfinas, que generan sensación de bienestar y tienen efecto analgésico; o la testosterona, involucrada en un gran número de proceso fisiológicos, incluido el relacionado con el deseo sexual.
Quizá por eso muchos expertos afirman que besar, además de resultar placentero, tiene propiedades terapéuticas. Wendy Hill, profesora de Neurociencias, comprobó que este hábito es un excelente remedio antiestrés. Otras investigaciones aseguran incluso las personas que se despiden cada mañana de su pareja con un beso tienen una mayor calidad de vida.
Su papel en la pareja
El beso se considera un factor esencial del erotismo y posee un protagonismo indiscutible en las relaciones de pareja y en la sexualidad. Muchos expertos insten en que los besos representan el 80% del ritual amoroso. Su papel en los preliminares y durante el acto sexual es, junto con las caricias, clave para conseguir una relación sexual exitosa. Según Pilar Cristóbal: “El beso es la puerta de entrada del amor y del encuentro sexual. Los besos son fundamentales antes de que comience el sexo y durante las relaciones”, Para Francisco cabello, psicólogo: “El beso tiene un componente erótico importante. Generalmente, las relaciones sexuales comienzan por esta vía. A los 39 segundos del inicio erótico hay excitación y aumenta el flujo sanguíneo en la zona perigenital. La mujer comienza a lubricar y en el hombre empieza la erección del pene. Hay un dato curioso, y es que, al besar, la respuesta fisiológica de hombres y mujeres es distinta. En el caso de las mujeres bajan las pulsaciones y en los hombres, al contrario”. Además, besar bien o no, también puede repercutir de forma positiva o negativa en la relación. Al menos así lo refleja una encuesta, en la que uno de cada cuatro españoles afirma que ha roto una relación de pareja porque su pareja no era buena besando.
NURIA CORREDOR