AYER
Todos los poetas
excelsos
se reían de mi escritura
a causa de la puntuaciòn,
mientras yo
me golpeaba el pecho
confesando puntos y comas,
exclamaciones y dos
puntos
es decir, incestos y crímenes
que sepultaban mis palabras
en una
Edad Media especial
de catedrales provincianas.
Todos los que
nerudearon
comenzaron a valiejarse
y antes del gallo que cantó
se
fueron con Perse y con Eliot
y murieron en su piscina.
Mientras tanto yo me
enredaba
con mi calendario ancestral
más anticuado cada día
sin
descubrir sino una flor
descubierta por todo el mundo,
sin inventar sino
una estrella
seguramente ya apagada,
mientras yo embebido en su
brillo,
borracho de sombra y de fòsforo,
seguía el cielo
estupefacto.
La próxima vez que
regrese
con mi caballo por el tiempo
voy a disponerme a
cazar
debidamente agazapado
todo lo que corra o que vuele:
a
inspeccionarlo previamente
si está Inventado o no inventado,
descubierto o
no descubierto:
no se escapará de mi red
ningún planeta
venidero.
Pablo
Neruda