El amor no
muere, sólo duerme El ser humano es capaz de desempañar diferentes roles en
la vida, nos convertimos muchas veces en la acusadora, acusada, juez y jurado de
nosotras mismas; decidimos casi sin pensar en ello, en ser el camposanto de
nuestras propias emociones, enterrando en nosotras mismas grandes amores, seres
amados que se nos adelantaron en el viaje sin retorno.
Los “expertos en
el comportamiento humano” han realizado muchos estudios, para encontrarle la
respuesta científica al motivo de nuestros sufrimientos prolongados, encontrar
respuesta al porqué no somos capaces de aceptar que el que se fue ya no regresa
y el que murió ya no revive. No somos capaces de aceptar que la vida, los
amores, el sufrimiento y los momentos de gran felicidad llegan a su fin, no
somos capaces de enfrentar la vida sin esas personas que han sido una parte
fundamental de nuestras vida y que ya no están con nosotras, no somos capaces de
aceptar que la vida sigue para el que se queda, llámese muerte, divorcio o
separación, y que tenemos una obligación con nosotras mismas de seguir viviendo,
de seguir llevando una vida, si no feliz y sin sobresaltos, por lo menos una
vida tranquila.
Muchas mujeres
se resisten a resignarse por la pérdida de un gran amor, aunque también hay
hombres que se alimentan del recuerdo de lo que no pudo ser y si fue ya lo
perdió, no desechan los recuerdos que les atormenta y se siguen negando el
derecho de volver a vivir, de renovar de buscar cosas nuevas en la
vida.
Nunca
encontraremos de nuevo las cosas o personas que hemos perdido, aunque nunca
olvidaremos algunos nombres, si olvidaremos gestos y sensaciones que su
presencia nos producía, por que sabemos, aunque no lo aceptemos, que el llanto
de ayer lo sustituye la risa de hoy, porque la noche queda cubierta por el día,
al sol lo cubrirá la luna, pero mañana, siempre hay un mañana, habrá mas sol,
mas luna, mas luz y mas oscuridad.
El amor nunca
muere, nunca se olvida, ni el amor de pareja ni el amor de nuestros seres amados
que ya no están con nosotros. El amor se renueva día a día con otras cosas que
ocupan nuestra vida y tiempo, cosas que pueden darnos alegrías y
tristezas.
Pero lo más
importante es que siempre estamos intentando seguir con los sueños que quedaron
en suspenso, intentamos recrear lo que nos enseñaron nuestros padres. La vida
está llena de momentos, los momentos que ayer vivimos ya no están. Los tenemos,
nos recreamos y nos sentimos plenos, porque los podemos tocar, podemos mirar a
los ojos de los que amamos y nos aman, pero se nos escapan esos hermosos
momentos como agua entre los dedos, y tratamos de recrear esos momentos, de
recapturar esperanzas y sueños de volver a vivir los instantes en los que por
mandato de la vida misma, los vivimos y fuimos felices.
Nos angustiamos
por lo que se va, por lo que ya no tenemos, pero aun en esos momentos en que la
tristeza, parece que nos consumamos en los remolinos de los recuerdos. El dolor
es un recordatorio de que aún tenemos un corazón que late y se nutre con el aire
que respiramos, el canto de las aves, un abrazo, la palabra del amigo, el beso
de quien amamos… después de todo, lo malo también le da sabor a nuestra vida,
nadie nos prometió una vida eterna de alegría sin llanto, después de todo, ¿qué
sería de la vida si no tuviéramos grandes obstáculos que superar?
El amor no
muere, sólo duerme; después de todo nos hace vivir de nuevo, en cada camino, en
cada etapa de nuestra vida, en cada paso, siempre, siempre tenemos amor para
alguien más, aun siempre recordamos a quienes ya no tenemos con nosotros. Vamos,
subamos a la cima mas alta del cementerio de los recuerdos y los sufrimientos,
hagamos el viaje imaginario y llevemos una flor con amor para posarla en ese
amor que no murió, ante ese alguien tan amado que sí murió pero que seguimos
amando. No más llantos sin risas, no más tristeza si alegrías, están allí,
porque estuvieron, porque nos amó y nos ama, porque les amábamos y les
amamos.
Sustituyamos la
ausencia con amor, el amor que nunca muere, el amor que llegó y se quedó, el
amor de quien se marchó hacía otra dimensión, aun que no los veamos en ningún
horizonte, aunque no podamos tocarlos o verlos. Visitemos las tumbas imaginarias
con amor, con el amor que no morirá jamás.
¿Tú qué opinas?
¿Podemos recordar sin dolor y sin odio?
Amanecer
Cautiva del amor.
Graciela
Aguilar
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