De pequeña me gustaban los cuentos de hadas. Mi talante soñador y bohemio les daba forma y vida, las hacía revolotear a mi alrededor mientras salían de los libros. Me regalaron uno muy hermoso, con cuatro o cinco cuentos largos y bellos, de esos que, en cierto modo, te marcan para siempre.
Uno de ellos hablaba de una princesa que, de niña, se perdió en un bosque y allí encontró un castillo donde la recogieron y cuidaron. Una noche se durmió y soñó que el tiempo pasaba, que aprendía las artes y las ciencias, la música y la costura, y se despertó hecha mujer y sabia. Me fascinaba el hecho de que el tiempo pasara en una noche, de que asimilase conocimientos en un sueño, y deseaba que me pasase lo mismo... cosas de niña.
Estos últimos cuatro años, sin embargo, se han convertido en la noche de mi vida, y no por oscura. Hoy miro hacia atrás y noto en las sienes el peso del sueño denso, de la resaca después del festejo; abro los ojos cansados, despiertan los sentidos embotados, y parece que todo pasó en un día. Me miro al espejo y me noto algo cambiada, pero lo más maravilloso es lo que aprendí mientras soñaba.
Porque se me van los años esperando, y un día creí que eran perdidos, cuando empezaron a pesar tanto... pero luego comprobé que todo era relativo, y busqué en mi interior lo que llevo ganado. Y como la princesa del cuento, he pintado hermosos cuadros, y tocado los Nocturnos de Chopin, he escrito con palabras de poesía, he creado pequeños versos enjoyados. He visto maravillas en el mundo, y hablado en extraños idiomas, y vestido preciosos ornamentos, y paladeado sabores impensables, y en cierto modo, he crecido.
Así que, al final, no hay vacío. Porque en el tiempo que dura imaginar un sueño, otros muchos sueños se han cumplido.
Túmbate en la arena y déjate llevar por el arrullo de las olas...
Cuando la vida te agreda,
Cuando el tiempo te increpe...
Regálate un oasis de paz y amor... (¿Por qué no?)
Feliz fin de semana