a reencarnación, por lo tanto, existe. Porque hay mucho lío en todo esto. Yo he oído a muchas religiones que van diciendo por ahí que la reencarnación no es verdad porque la propia verdad es la resurrección.
También podué decir que Cristo resucitó al tercer día. Pero eso solamente fue para que supiéramos que Dios ha existido siempre. Pero, pensa nosotros si, desde que el mundo es mundo, y más aún dentro de otro tanto tiempo, si todos los muertos resucitaran: ¿dónde podríamos estar nosotros? No habría sitio para todos. Por lo tanto, lo que existe es la reencarnación.
Hemos venido a la Tierra a purificarnos. Y muchas veces nos preguntamos:
“–¿Por qué Dios se ha olvidado?.. Y, ¿por qué le da a unos tantas cosas y otros tenemos tan pocas?”
No es que nos dé más, ni nos dé menos. Nos da a todos por igual, lo que ocurre es que en una vida no podemos tener todo cuanto tenemos que tener. Tienen que pasar varias vidas.
Si no llegáramos a morir, es tanta la envidia y el orgullo que: ¿nosotros creémos que no habrían muchas más guerras que las que están pasando y al mismo tiempo? Porque si uno de nosotros, en algún momento, ha matado a una persona (bien porque está alcoholizado, porque pierde la cabeza, por cuanto sea), la otra familia seguiría toda una vida hasta ver cómo se puede vengar de él. Y luego sería la otra.
Pero también es verdad que una persona cuando tiene 80 años: decirmo nosotros, ¿qué puede desarrollar esa persona? ¿Qué trabajo puede desarrollar? Cada vez menos. Entonces, si la persona muere entre 70 u 80 años (o cuando le llega), vuelve nuevamente ese espíritu (la carne no), pero ese espíritu vuelve otra vez a entrar en una materia.
El Rebollar, 3 de noviembre de 1991
ué importa la felicidad si tu conciencia no te la otorga? Se puede decir “yo tengo felicidad” cuando sabes que has obrado bien, cuando sabes que nadie te puede reclamar nada ni aquí ni en la otra vida. Eso sí que es felicidad.
nosotros sabémos que aquí, como mínimo (en este mundo), una persona que se comporte muy bien, con amor hacia todos sus hermanos, ha de venir tres veces, tres vidas como mínimo; pero eso no quiere decir que no vayas a venir cuatro, o diez o veinte, o ¿quién sabe?
Y si todos trabajamos para la misma empresa, si todos trabajamos para el Dios único en todo el Universo: ¿por qué hemos de tardar tanto? ¿No es mejor que ayudemos a nuestros hermanos a salir de este mundo? Y, al mismo tiempo, saldremos nosotros también, porque nos estamos ayudando a nosotros mismos cada vez que hacemos algo por cada uno de nuestros hermanos.
No veis que, por ejemplo, si vosotros habéis de tardar para llegar a nuestro Padre tres mil o cuatro mil años, de la otra forma serían millones de años, ¿por qué perder ese tiempo?
Luego decimos que vivimos mal, se dice muchas veces que este mundo es asqueroso, pero nosotros hacemos el mundo así. Porque yo estoy diciendo que si nos amamos unos a otros, si nos ayudamos todos en cuanto podamos, nosotros adelantaríamos muchos cientos y miles de años.
Para que veá que no engaño en nada, como mínimo he dicho para llegar arriba, a donde todos tenemos esa esperanza, menos de tres mil años no se va a gastar. Nadie, o casi nadie, podrá rebajarlo. Si esto lo digo así, es porque lo sé.
Por lo tanto, a nosotros nos parecerá:
“–Esto es imposible, cómo tanto tiempo”.
Pues, cada vez que nosotros vayamos elevándonos, cada vez que nosotros nos encontremos con esa humildad, conoceremos el bienestar y el amor de los demás, que no lo hemos conocido. Y conforme vayamos elevándonos nos sentiremos mejor, nos sentiremos más cerca de Dios. Porque no es que Dios no esté, nosotros estamos en Dios porque Él está en nosotros, de allí salimos, pero la elevación nos la hemos de ganar nosotros.