Hacer leña del árbol caído es una frase española que me crea una contradicción. Me apena su significado pero me encanta la fuerza gráfica que tiene. Así que, antes de me ponga melodramático, vamos a empezar a analizarla.
Primero me gustaría que visualizaseis un árbol caído. Ya sea porque ha sido talado, derribado por una fuerte tormenta o afectado por una fuerte sequía, imaginad un árbol que ha perecido y que se encuentra postrado en el suelo. Y ahora imaginad que tras la muerte de ese pobre árbol, alguien coge un hacha y empieza a golpearlo sin piedad hasta ir convirtiéndolo en pequeños trozos de madera, fragmentándolo hasta convertirlo en leña que después será arrojada al fuego y arderá. ¡Madre mía, tengo la impresión de acabar de narrar un asesinato! En fin, lo único que pretendía era que entendieseis la escena en su contexto.
Si trasladamos ahora esa metáfora de la naturaleza al mundo humano decimos que hacemos leña del árbol caído cuando, ante una situación en la que alguien ha sido víctima de una desgracia, nos cebamos con esa persona y todavía queremos que se sienta peor y la atacamos más en lugar de entender que ya tiene bastante con lo que ha sufrido y no debemos hacerla sufrir más. Sobre todo porque siempre es fácil atacar al débil y el pobre ya tiene bastante con serlo como para que encima intentemos parecer más fuertes atacándolo.
Y ahora, todavía con un nudo en la garganta, intentaré poneros algún ejemplo. Imaginad que un niño, después de mucho, mucho, pero que mucho estudiar, suspende un examen. En ese momento, lo peor que se puede hacer es decirle que es tonto, que no vale para nada, que no va a ser nadie en la vida. Si le decimos esas cosas, estaremos haciendo leña del árbol caído.
Bueno, espero que hayáis entendido la expresión española de hoy y que no haya sido muy traumático leer este post. Por si acaso y para intentar arreglar el día, os dejo con una bella imagen de un bosque precioso.
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