Se utiliza la expresión pasar por el aro cuando una persona se ve obligada a realizar actos con los que no está de acuerdo, pero que debe hacer por exigencia de otra persona, para conseguir un determinado fin.
Hay muchas veces que, en determinados puestos de trabajo, hay que pasar por el aro para progresar. Estos actos pueden ser desde hacer horas extra de forma gratuita, hasta tener que “mimar” al jefe trayéndole la bebida que le gusta, haciendo sus informes sin que nadie lo sepa… Ahora ya está en cada uno la decisión si merece o no la pena pasar por el aro y si se está dispuesto a hacerlo para conseguir el fin deseado.
El origen de esta frase probablemente esté en los circos, donde los domadores hacen pasar por un aro (muchas veces envuelto en llamas) a algunos animales, los cuales, evidentemente no quieren atravesar ese aro y mucho menos si corren el peligro de quemarse, pero como el domador tiene un látigo, o pasan por el aro o el domador los azota (y probablemente en una próxima actuación ya se hayan deshecho de ellos porque no les sirven para su espectáculo), así que los pobres animales no tienen más alternativa que pasar por el aro.
Bueno, siento haber empezado la semana de esta forma tan cruda pero en las expresiones españolas no todo el monte es orégano, así que, de vez en cuando, también nos tenemos que enfrentar a expresiones como la de hoy. ¡Que tengáis un buen día!
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