VIENDO CON EL CORAZON
María fue una bondadosa auxiliar de maestra, que simplemente quería
amar mejor a sus estudiantes, niños con problemas emocionales.
Ella pudo haber sido muy tolerante, pero Danny estaba agotando
su paciencia. Antes, había sido más fácil amarlo, cuando él
prefería herirse a sí mismo antes que a otros. Y aunque Danny
tenía solo siete años, le lastimaba realmente ser golpeada por él.
Por muchos meses, Danny se retiró a un mundo privado e intentaba
golpear su cabeza contra una pared, cada vez que se sentí incómodo.
Pero ahora, había venido progresando, ya que en vez de abstraerse,
golpeaba a María.
-¿Progresando? -exclamó María-. ¿Cómo es que este progreso
va a impulsarle a dañarme?
-Danny fue abusado en su infancia repetidas ocasiones
-explicó el psicólogo de la escuela-. Sólo ha conocido adultos que
fueron mezquinos con él, o que simplemente hicieron caso omiso
a sus necesidades básicas.
No ha tenido en quien confiar. Nadie estuvo cercano a él;
nadie que enjuagara sus lágrimas, que le preparar alimento cuando
el hambre le azotaba. Padeció castigo sin motivo. Está progresando,
ya que por primera vez en su vida, deposita suficiente confianza en
un adulto, como para exteriorizar su ira antes que autodestruirse,
María usted es el adulto merecedor de su confianza.
Después de haber escuchado esa explicación, María con lágrimas
brotando de sus ojos, exclamó:
-¡Ya entiendo!
Mientras su comprensión aumentaba como la luz de la aurora,
su enfado se desvanecía.
John Ruskin escribió: Cuando el amor y la experiencia operan juntos,
anticipa una obra cumbre.
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