Mientras
muere la tarde
Noble
señora de provincia: unidos
En el viejo balcón que ve al
poniente,
Hablamos tristemente, largamente,
De dichas muertas y de tiempos
idos.
De los
rústicos tiestos florecidos
Desprendo rosas para ornar tu frente,
Y hay en
los fresnos del jardín de enfrente
Un escándalo de aves en los
nidos.
El
crepúsculo cae soñoliento,
Y si con tus desdenes amortiguas
La llama de mi
amor, yo me contento
Con el hondo mirar de tus arcanos
Ojo, mientras
admiro las antiguas
Joyas de las abuelas en tus manos.
Ingenuas
provincianas: cuando mi vida se halle
Desahuciada por todos, iré por los
caminos
Por donde vais cantando los más sonoros trinos
Y en fraternal
confianza ceñiré vuestro talle.
A la
hora del Ángelus, cuando vais por la calle,
Enredados al busto los chales
blanquecinos,
Decora vuestros rostros -¡Oh rostros peregrinos!-
La luz de
los mejores crepúsculos del valle.
De pecho
en los balcones de vetusta madera,
Platicáis en las tardes tibias de
primavera
Que Rosa tiene novio, que Virginia se casa.
Y oyendo
los poetas vuestros discursos sanos
Para siempre se curan de males
ciudadanos,
Y en la aldea la vida buenamente se pasa.
Ramon
Lopez Velarde