El Pan Quemado
Cuando era niño, ocasionalmente mi madre
como cena nos daba café con leche y algo mas. Recuerdo especialmente una noche
después de un día de trabajo muy duro, cuando ella nos sirvió café con leche.
Esa noche, mi madre le puso un plato con huevos revueltos, tocino y una rebanada
de pan bastante quemado frente a mi padre. Recuerdo haber esperado un poco, para
ver si papá notaba ese hecho. Todo lo que mi padre hizo, fue tomar su pan
quemado, sonreír a mi madre y preguntarme como había sido mi día en la escuela.
No recuerdo lo que le respondí, pero sí recuerdo haberlo mirando, untando al pan
un poco de mantequilla y comer como si nada cada bocado. Cuando me levanté de la
mesa, aquella noche, escuché a mamá disculpándose por haber quemado las
rebanadas de pan. Nunca me olvidé de la respuesta de papá "me encantó el pan
quemado”. Más tarde, aquella noche, cuando le fui a dar un beso de buenas noches
a papá, le pregunté si realmente le había gustado aquel pan quemado. El me tomó
en sus brazos y me dijo: Mi rey, tu madre tuvo un día de trabajo muy pesado y
estaba realmente cansada... Además de eso, un pan quemado no le hace mal a
nadie. La vida está llena de imperfección y las personas no somos perfectas.
Tampoco soy el mejor marido, el mejor empleado o cocinero, tal vez ni siquiera
el mejor padre, aunque intente serlo todos los días. He aprendido a través de
los años, que saber aceptar las fallas ajenas, intentando minimizar las
diferencias entre unos y otros, es una de las llaves más importantes para crear
relaciones saludables y duraderas. Desde que tu madre y yo nos unimos,
aprendimos los dos a suplir uno las fallas del otro. Yo sé cocinar muy poco,
pero aprendí a dejar la olla de aluminio bien limpia después de comer. Ella no
sabe usar el taladro o el martillo, pero después de mis arreglos en casa, ella
hace que todo quede limpio y perfumado. Yo no sé hacer una lasaña como ella lo
hace, pero ella no sabe asar una carne como yo lo hago. Yo nunca supe hacerte
dormir, pero conmigo tu tomas un baño rápido y sin reclamar. La suma de nosotros
crea el mundo donde vivimos y nos apoyamos, ella y yo nos complementamos.
Entonces hijo, esfuérzate para ser siempre tolerante, principalmente con quien
dedica su precioso tiempo de vida a ti. Las personas se olvidarán de lo que le
hagas, o de lo que le digas. Pero nunca se olvidarán el modo en el cual las
hiciste sentir.
de la
red
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