Nací un me de Diciembre
a plena luz, fui la alegría
y la inquietud de aquel
hogar tan pueblerino,
crecí junto a las Montañas,
calmé mi sed en un
manantial, y le di mi canto
a los caminos.
Viví entre el defecto
y la virtud,
desasociegos y quietud,
viví tristezas y alegrías,
si alguna vez me equivoqué,
no me arrepiento porque
hoy sé que esa es la escuela
de la vida.
Pasé de la inocencia
al rigor, de la niñez
sin transición
a ser un hombre,
tal vez un día encuentre
al niño aquél,
llevando a cuestas su
vejez quién sabe a donde.
Amé las cosas simples
de verdad,
fui aprendiendo a valorar
cada detalle de la vida,
no me arrepiento de mi ayer,
lo que sufrí ya lo olvidé,
soy el autor de mi alegría.
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