Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

EL RINCON DE LA VERDADERA AMISTAD
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
  
  
  
 ◙ cσmunídαdєs αmígαs 
  
  
  
 ◙◙ ríncσn pσєtícσ 
 ◙◙ nuestros pps 
 ◙◙ ríncσn musícαl  
 ◙◙ ríncσn mujєr 
 ◙◙ ríncσn salud 
 ◙◙ ríncσn dє cσcínα 
 ◙◙ ríncσn dє nαvídαd 
 ◙◙ ríncσn dє dє juєgσs 
 ◙◙ rєflєхíσnєs 
 ◙◙ kαввαlαh 
 ◙◙ вíσgrαfíαs 
 ◙◙ tu cumplєαñσs 
 
 
  
 ◙◙ σfrєcє fírmítαs 
 ◙◙ rєcσgє fírmítαs 
 ◙◙ tutσríαlєs 
 
 
  
  
  
  
 ◙◙ Nuestro Rincon de Oraciones 
  
 ToDo PaRa MiS DeSaYuNoS 
 El RiNcOn De MaNuAlIDaDes 
 
 
  Herramientas
 
General: La leyenda urbana del mendigo millonario
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: amatisa  (Mensaje original) Enviado: 25/04/2013 21:50

La leyenda urbana del mendigo millonario

Lejos de ser simples relatos que pasan

de generación en generación para

alimentar películas de terror o para

que otros libros se nutran de ellas c

on fines de mero comercio, las

leyendas urbanas son, antes

que nada, creaciones colectivas que

nos advierten sobre supuestos

peligros que acechan desde las

sombras y desnudan miedos a veces

inconfesables y casi siempre innecesarios.

En realidad, detrás de muchas de esas

tramas siniestras se esconden

recomendaciones para que no

nos fiemos de ningún desconocido,

para que nadie se distraiga ni un momento,

para que no le demos ni la hora a ese

extraño que se nos acerca en la calle.

Es así que, por ejemplo, cada tanto se

escuchan historias de niños secuestrados

o de personas que fueron abusadas en

los hospitales con el solo fin de abrirles

el cuerpo para extirparles algunos

órganos que se convertirán en moneda

de cambio de traficantes sin conciencia.

Después de escuchar estas

fabulaciones, muchas personas se

niegan a donar sus órganos porque

temen que una conspiración de

médicos, enfermeras y contrabandistas

decidan matarlas para poder luego

cortarlas en pedacitos que serán vendidos

al mejor postor. Ante la duda, es mejor

negarle nuestra sangre el enfermo

necesitado que caer bajo un

bisturí asesino.

También es conocida la leyenda

urbana del hombre que, después

de una noche de amor con una mujer

de paso, se despierta para

advertir que la muchacha escribió

en el espejo del baño con lápiz de labio

–que debe ser necesariamente rojo-

un mensaje que dice “Bienvenido al

Club del Sida”. Otra vez la moraleja

de la historia nos invita a desechar la

posibilidad de confiar en personas extrañas,

por más que las noticias policiales

se empeñen en advertirnos que, si hay un

enemigo, lo más probable es que duerma

todas las noches en nuestra propia cama.

Cuando yo era chico, existía en el barrio

la leyenda de un hombre

inmensamente rico que, sin embargo,

solía disfrazarse de mendigo para

pedir limosna en la puerta de una iglesia

de la que nunca se sabía la dirección exacta.
Existía la sospecha de que este camaleón

tenía serios problemas sicológicos

aunque no se descartaba la posibilidad

de que saliera a manguear impulsado

por una avaricia gigantesca; los vecinos

no reparaban en que la primera y la s

egunda opción eran la misma.

Ya más grande me enteré de que

esta leyenda urbana había hecho nido

en otras barriadas. Y supe que,

finalmente, su moraleja última anda hoy

invadiendo toda la sociedad.
¿Quién era ese millonario desalmado

contra el que nos advertían algunos vecinos?

Imposible saberlo. Podía ser cualquiera

de las personas sentadas en el umbral

de una iglesia; podía ser aquel viejo que

estaba allí tirado, pero también

aquel niño que estiraba la mano porque

¿quién nos podía asegurar de que este

sujeto despreciable no hubiera

mandado a los hijos a manguear en

su provecho?

¿Cómo estar seguros de que no seríamos

engañados por su locura avarienta?

Muy fácil: no dándole un solo peso

a ninguna de las personas que

mendigaban en el entorno de la nunca

identificada iglesia.
No se necesita ser muy despierto

para darse cuenta de que la leyenda del

mendigo millonario ha perdurado y que,

con variaciones, sigue condicionando

la conducta de mucha gente.

Porque, según nos dicen los vecinos,

ese hombre que ahora nos pide una

moneda para comer, en realidad la

quiere para comprarse alcohol. Y,

ya se sabe, estos módicos canallas

suelen mandar a sus hijos a recorrer

las calles para que, al caer la noche,

les lleven a la casa unas monedas

que, por supuesto, serán gastadas en

vino y cigarrillos.


Los nuevos mendigos millonarios

han abandonado los portales de las iglesias,

acechan en cualquier esquina de la ciudad y

, para que el engaño no pueda ser descubierto,

se mudaron a los cantegriles.

Y que no nos digan que en realidad son

desarrapados que poco y nada tienen para

ocultar.

Que no nos vengan con esas historias

porque a nosotros, faltaba más, hace

ya mucho tiempo que no nos engañan

con leyendas urbanas de morondanga.



















Primer  Anterior  2 a 3 de 3  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Maite998 Enviado: 26/04/2013 14:10

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Elisha Enviado: 27/04/2013 01:07
Por supuesto amiga, muchas de esas leyendas o tradiciones populares  llevan algo de superstición y son presentados como hechos actuales . Lo interesante de estas leyendas es precisamente que de tanto contarse degeneran en  diferentes  relatos que son adaptados al folclore de cada pueblo como suyo y los puedes ver hasta en televisión y en redes sociales como hechos ciertos. Gracias amiga por el teman jajjaja me encanta un poco de misterio.
 


 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados