El reconocido psicólogo y escritor Walter Riso aboga por la flexibilidad. Distinguiendo entre mentes rígidas, líquidas y flexibles, Riso define estas últimas como aquellas abiertas al cambio, capaces de cuestionarse e intentar entender el punto de vista de los demás aunque no lo compartan. Una flexibilidad que nos ayuda a tomar decisiones y a trazar nuestro rumbo sin miedo a modificarlo si lo consideramos necesario.
PSYCHOLOGIES: Ser flexible, atrevernos a cuestionar nuestras creencias y arriesgarnos a valorar diferentes opciones, ¿nos ayuda a saber elegir?
Sí. Una persona rígida tiene un esquema predeterminado, una serie de creencias establecidas monolíticamente, y a la hora de tomar decisiones ignora o deja a un lado las alternativas, porque las subestima o porque cree que se las sabe todas. Comete así un error, porque lo que define una buena decisión no es el pensamiento convergente, el que va hacia una sola línea, sino el divergente.
En cambio, la mente flexible valora otras opciones, tiene un pensamiento más creativo y es capaz de ver inclusive que puede haber determinadas circunstancias en las que uno puede elegir algo que jamás se le hubiese ocurrido. Tiene un planteamiento más pragmático sin ir, obviamente, en contra de sus principios. Me parece imposible tomar una decisión saludable y adaptativa si uno se encierra en sus propias creencias. Ser flexible es aprender a tomar decisiones y ver correr otros puntos de vista.
Entonces, ¿la flexibilidad implica intentar entender otras formas de pensar?
Cuando te pones en el lugar de otro, ocurre un proceso muy interesante. Porque para que yo puede entender tus fundamentos, de dónde vienen tus creencias, tengo que poner las mías entre paréntesis, es lo que los griegos llamaban epojé. Trato de entender lo tuyo como lo fundamental, tu lógica, tus principios. Después vuelvo a mi mente, tomo mis ideas y las confronto. Si no tengo en cuenta los otros puntos de vista estoy pensando algo terrible: que el único interlocutor válido soy yo. Eso se llama solipsísmo, egocentrismo, egolatría… Uno debería ser capaz de entender lo que el otro piensa. Aunque no lo comparta y aunque no me guste él o ella, lo que yo debo evaluar son sus pensamientos, sus creencias. Cuando eso ocurra me voy a encontrar con algo sumamente interesante, y con toda esa información que yo recibo puedo, en su momento dado, revisar la mía, o mantenerla, pero con conocimiento de causa. No es una elección irracional. Uno tiene el deber de argumentar lo que piensa cuando se habla de cosas importantes. Hay que fundamentar las posiciones éticas o la toma de decisiones. La intuición o el sentimiento deben estar acompañados de la razón.
¿Tenemos que revisar nuestras creencias porque no queremos afrontar el hecho de que podemos estar equivocados?
Nos podemos apegar a muchas cosas, el amor, a Internet, al juego, a las compras… Pero también te puedes sentir firmemente adherido a tus propias creencias. El apego implica incapacidad para renunciar cuando debe hacerse, y eso ocurre cuando la lógica, la realidad o la evidencia demuestran que estás equivocado.
Hay gente que se empecina y dice “muero en mi ley”. Pero morir en la ley o la creencia de uno cuando ésta es absolutamente irracional y va contra toda lógica es absurdo., no es un acto de valentía, es un acto de estupidez.
En su libro subraya que ser flexible no significa no tener convicciones ni principios profundos, sino estar dispuesto a revisarlo y rectificar.
La mente rígida tiene creencias que son inamovibles. Y la realidad choca en ellas. La mente líquida es una mente que no tiene principios, que se acomoda al mejor postor y que no tiene una dirección interna. La mente flexible tiene principios y sabe que muchos de ellos no son negociables o es muy difícil que lo sea. Pero eso no impide que haga el ejercicio de intentar entender al otro, ya que acepta que puede estar equivocada.
La mente flexible tiene una dirección interna que son sus principios, pero hasta el más firme puede ser sometido a constatación. La mente flexible es la que tiene un norte; voy hacia allí, y si me sacan de ese norte me tienen que sacar con fundamentos, con evidencias, con datos. Es un poco como lo que decía el Dalai Lama respecto al budismo. Si alguien nos demuestra que nuestros principios están equivocados, los revisamos. No hay que tener miedo a la duda, a revisarse. Hay una duda que es retrógrada, que es la inseguridad, y hay otra que te empuja hacia delante. Ser flexible significa vivir inmerso en un movimiento constante, todo el tiempo te estás revisando. Tú sabes hacia dónde vas, eres como un barco, pero si ves un arrecife te apartas y luego sigues de nuevo. Por eso es importante decir, a veces, “no sé”, o “no estoy seguro”. El agnosticismo es muy útil porque te quita soberbia.
¿Qué podemos hacer cuando nuestras decisiones pueden afectar a nuestros seres queridos o no gustarles?
Esa toma de decisiones es conflictiva porque debes pensar en tu bienestar y en el de los demás. Pero yo creo que cuando esa elección ye hace estar bien y no te hace sentir violento contigo mismo, si eres coherente con tus talentos naturales, con tu autorrealización, si no perjudica tu autoestima, eso, tarde o temprano, se va a volcar positivamente en los demás. Si para hacer feliz a tu marido tienes que cambiar tu vocación esencial, quizá debas revisar la pareja que tienes. Para la gente que lea, que se pregunte si con dicha decisión esrá violando un derecho de la otra persona. Si tu familia se siente mal porque no estás estudiando la carrera que a ellos les gustaría, ¿acaso estás violando algún derecho de tu familia? Mientras uno no viole los derechos de los demás, está actuando correctamente. La carta de navegación para poder caminar y avanzar por la vida es la Declaración de los Derechos Humanos.
Si yo no violo tus derechos y tú te sientes mal –con todo respeto- , el problema es tuyo, no mío. Tienes algo que resolver. Eres hipersensible, sugestionable, inseguro o miedoso. Todo siempre manteniendo la idea previa de que con mi decisión y acción posterior no debería lastimar a nadie.
¿Para ser flexible también hay que ser capaz de cuestionar lo que nos rodea?
Sí, de hecho, en mi libro, una de las sugerencias que propongo para ser flexible es la inconformidad, no pegarse a las normas. Si no soy rebelde, si no cuestiono las cosas, no soy flexible.
¿Qué importancia tiene la autoestima para decidir?
La autoestima es que tienes una buena evaluación de ti, y eso implica una buena autoeficacia. Si no te quieres a ti mismo vas a ser una persona insegura. Cuando dudas cada cinco minutos acerca de si lo que estás haciendo es correcto o no, resulta prácticamente imposible tomar una decisión correcta. Una persona con buena autoestima asume que se puede equivocar. Y si se equivoca, lo acepta y no se justifica, asume las consecuencias. La gente con autoestima es más valiente, no depende de otros para tomar decisiones, es capaz de hacerse responsable y, si se equivoca, no se tortura porque entiende que uno no aprende por ensayo-éxito, sino por ensayo-error.
NURIA BERLANGA