Cambiar para mejorar

      Deshacernos de la

Infelicidad

(1ª parte)

Con el nuevo año llega el momento de los buenos propósitos. Dejar de fumar o ir al gimnasio son pequeños cambios.

Pero, ¿qué hacer cuando queremos un cambio en profundidad, deshacernos de lo que nos impide ser felices?

Un poco menos colérico, menos susceptible, algo más sereno, más feliz: siempre hay algo en nosotros que nos gustaría cambiar. El camino está siempre lleno de trampas, pero ¡todos tenemos la capacidad de convertirnos en una versión mejorada de nosotros mismos! Con la condición de saber exactamente qué queremos modificar y por qué. “Era mi tercera entrevista de trabajo. Estaba terriblemente estresada. Pero en el momento en que entré en el despacho me sentí transformada: mi ansiedad habitual había desaparecido dejando paso a una confianza en mi misma que desconocía.”  Seis meses después, Carla, 38 años, trabajaba en el puesto que aspiraba. Todo hemos vivido algún día ese tipo de situación, la súbita sensación de traspasar nuestros límites y de afirmarnos con seguridad. No de convertirnos en otro sino de despertar algo de nosotros que estaba dormido, aletargado, y que, además, es lo mejor que hay en nosotros. Si tan sólo lográramos que esas experiencias pasaran de ser algo excepcional a convertirse en lo habitual… La transformación personal, la metamorfosis interior, ¿no es eso lo que nos proponen los psicoterapeutas? Un paseo por la sección de desarrollo personal de las librerías basta para convencerse: cambia de vida en siete días, cambia a la felicidad, transforma tu vida, cambia de actitud… Tantas bellas promesas que si nos las tomáramos al pie de la letra, nos equivocaríamos, ya que, tal y como nos explica la psicóloga Joanne Hadida: “La metamorfosis en psicología –tal como indica la etimología del nombre (meta, que indica alteración, y morphê, forma)- es un proceso por el cual un ser humano cambiaría radicalmente de forma de pensar o de ser en su globalidad, y no tiene realmente sentido. Somos, psicológicamente hablando, un producto complejo de nuestro patrimonio genético, de nuestra historia, de nuestra educación y del entorno en el que vivimos. Por esta razón, no podemos dejar de ser lo que somos, pero si podemos hablar de cambios y movimiento sen nuestra trayectoria vital que se inician únicamente con una voluntad expresa de cambio del propio individuo”. Según la psicóloga, esos eslóganes se basan en un malentendido: “El mercado nos invade de profesionales, seminarios, literatura y productos orientales al cambio personal prometiendo, en un entorno de crisis económica y de valores, sueños de mejora que hacer creer en transformaciones casi mágicas o milagrosas (metamorfosis) más que en cambios internos que encuentran su origen en motivaciones personales del ser humano.”

¿Podemos modificar?

De entrada, Joanne Hadida nos recuerda los límites, no podemos cambiar lo que somos. “Esto vendría a decir que dejamos de lado nuestra base biológicas… la base del comportamiento humano. Sobre esta base se inscriben determinados rasgos de personalidad: la agresividad, la impulsividad, la sensibilidad, la introversión, la extraversión, etc., que son los que va a determinar nuestros hábitos de actuación en determinadas circunstancias de la vida. Por ejemplo, una persona impulsiva tenderá a actuar antes de reflexionar; sin embargo, si esta persona ha sido entrenada para reflexionar tenderá a ser menos impulsiva que otra que no ha recibido este entreno. Es pues una interrelación entre herencia y ambiente que va a definir estos hábitos de actuación, y el cambio se genera trabajando cada uno de estos aspectos. Sin embargo es un error pensar en cambios radicales en el ser humano o que si una persona deja de ejercer una conducta, quiere decir que ha cambiado. El cambio real viene dado por una decisión íntima y personal del ser humano de proceder de otra manera e irá de dentro (su psique) hacia fuera (su conducta).” Así pues, los progresos en nuestros comportamientos provienen de un cambio interior. “Durante años, hablar en público era para mí una pesadilla”, cuanta Silvia, 29 años,. Gracias a una terapia de grupo, he aprendido a pasar por encima de la angustia. “Está aún ahí, pero ahora sé también que tengo en mí la seguridad que me puede hacer más fuerte. La terapia me ha ayudado a dar la palabra a esa otra parte de mí.“ Cambiar no es convertirse en otro, sino descubrir que somos capaces de reaccionar de otra forma. Tal y como nos comenta la psicóloga Judit Cantizano: “Los hábitos de actuación se instauran en nuestro repertorio de acción por una causa de supervivencia; es decir, respondemos de cierta manera ante una situación concreta porque en algún momento de nuestra vida (seguramente de niños) aprendimos que ésa es la manera más efectiva y adaptativa para resolver nuestra realidad. La repetición convierte esos hábitos en rasgos de carácter, aparentemente inamovibles, pero, teniendo en cuenta que parte de un aprendizaje, son susceptibles de ser adaptados o incluso sustituidos por otros nuevos”.

(Continúa)